En México, tras muchos años de lucha por parte de millones de personas —desde todas las trincheras del país— para que llegara un gobierno popular y democrático que representara un cambio real —no solo de Presidente, sino de régimen—, llegó el 2018, capítulo y año histórico para nuestro país, que hizo de este sueño una realidad auténtica.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia y una mayoría en el Congreso, nuestro país vivió su primera transición democrática real, no farsa del cambio en el 2000, cuando llegaron el PAN y Vicente Fox al poder, un vil engaño que sirvió para que los mismos de siempre siguieran saqueando a México.
Sin embargo, ahora ya viene el momento de la sucesión y la pregunta es: ¿qué papel les toca a las personas que se identifican con el movimiento de la izquierda?
Claro que toca seguir exigiendo que se resuelvan los pendientes y problemáticas que aquejan al país desde hace mucho tiempo, pero lo más importante —hasta el día de la elección— será no solo defender, sino promover por todos los medios y espacios posibles los logros en beneficio de la gente —especialmente los más pobres— alcanzados durante esta administración.
Ya no solo es exhibir los actos de corrupción, pactos con el narcotráfico o abusos de autoridad del régimen pasado, sino que se trata de informar a la gente de las acciones y los resultados obtenidos con las políticas implementadas por el Presidente y su gobierno.
Como bien sabemos, los medios tradicionales no simpatizan con la 4T por la evidente pérdida de millones de pesos en publicidad, y porque casi todas las mañanas sus mentiras son exhibidas desde Palacio Nacional. Al existir un registro de estas, sabemos que ayudan a difundir en gran parte las mentiras y los insultos promovidos desde de la oposición política y económica.
Por eso, a quienes se identifican con esta lucha, les corresponde hacer énfasis en todos los logros y avances que ha tenido el país —en menor o mayor medida— desde el 2018. Algunos ejemplos son: la reducción de la pobreza y la desigualdad, la gran recuperación económica del país a pesar de la pandemia, las grandes obras (Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el AIFA), la disminución en 20 puntos porcentuales de homicidios, en 70 puntos de secuestros y todos los delitos en general, el aumento al salario mínimo del 113%, y la revocación de mandato presidencial. Todos estos resultados se lograron en tiempo récord, a pesar de un contexto internacional tan complicado y de la situación en la que nos entregaron el país.
También se sabe que la derecha ha endurecido su guerra sucia en contra del gobierno, particularmente en contra el Presiente y de la ahora candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum.
En consecuencia, además de defender los logros y promoverlos con datos y hechos, también toca desmentir cada mes, cada semana y cada día las nuevas mentiras —montajes, en algunos casos— elaboradas por la oposición y replicadas por los medios cómplices y sus granjas de bots en redes sociales, específicamente en X, antes Twitter.
El movimiento encabezado por el Presidente ya no es oposición; la izquierda ya es gobierno. Ya no sólo se trata de salir a las calles, exhibir y reclamar por las trampas o actos de mala fe de algunas autoridades del presente o del pasado, sino también de concientizar a las nuevas generaciones del momento estelar que está viviendo México, para que tengan presente el riesgo de que regresen quienes abandonaron, criminalizaron y atropellaron a las generaciones pasadas, porque solo les importaba el poder y nada más.
Es por ello que las redes sociales jugarán un papel fundamental para contrarrestar la guerra financiada por intereses económicos que ya está aquí, y que se intensificará en el futuro.
Ya no solo es pedir el voto, ya que para el Plan C se necesita hacer ver lo se ha alcanzado en beneficio de todos, para así darle continuidad con una Presidenta obradorista y con el respaldo de un Congreso mayoritario.