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El que nada debe nada teme

Chihuahua atraviesa una crisis de seguridad generada por los gobiernos neoliberales. Ante esta situación y dejando de lado las recomendaciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador, el aún gobernador Javier Corral exige escoltas y vehículos blindados para él y sus allegados al término de su administración 

 

A lo largo de su carrera política y actualmente como titular del poder ejecutivo federal, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, siempre ha dejado clara su postura en contra de contar con un ejército de escoltas personales pagados con recursos públicos, más aún después de ver los abusos y excesos que cometieron con estas estructuras los pasados presidentes del régimen neoliberal. 

Recordemos que solo el expresidente de México, Enrique Peña Nieto, tenía a su servicio a miles de elementos pertenecientes al Estado Mayor Presidencial,  generando un gasto enorme para la hacienda pública. Dicha corporación ha sido desactivada desde el comienzo de la Cuarta Transformación no solo por la convicción del Presidente en cuanto a su seguridad, sino por su instrucción de llevar a cabo un gran combate a la corrupción y al despilfarro a través de un gobierno austero, generando a la par un importante ahorro que ha podido ser destinado a los sectores sociales históricamente marginados. 

“El que nada debe nada teme” ha sido una frase repetida en diversas ocasiones por el Presidente López Obrador, asegurando que a él lo cuida el Pueblo. Esta teoría no es del agrado de los conservadores y la vieja clase política como Javier Corral, gobernador de Chihuahua, quien ha dejado claro que al término de su administración requerirá de protección especial pagada por todas y todos los chihuahuenses, ya que su vida corre peligro después de las acciones realizadas por su gobierno en contra de los grupos del crimen organizado. 

En días pasados, Javier Corral ha solicitado al Congreso del Estado, no sólo protección personal, sino también para el fiscal César Peniche Espejel, su secretario general de gobierno, Luis Fernando, y su secretario de seguridad pública estatal, Emilio García Ruiz; además, ha pedido vehículos blindados, gasolina y gastos de mantenimiento necesarios.

Al gobernador panista lo alcanzó la realidad que vivimos todas y todos los mexicanos desde hace bastante tiempo, la cruda realidad que ellos mismos generaron, por decir lo menos, desde las administraciones de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. En ese periodo se desdibujó esa delgada línea que separaba delincuentes de gobernantes, crimen organizado del gobierno, narcotraficantes de presidentes o secretarios de seguridad pública. El problema se agravó en el sexenio del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa cuando a través de la mal llamada y falsa “guerra contra el narcotráfico” bañó en sangre al país para tratar de legitimarse pero sobre todo para brindar protección y fortalecer a solo uno de los carteles que actuaban en el país.

La realidad es dura, la muerte acecha y recorre día a día las calles de nuestro país. Es algo que, para mal, se ha normalizado en estados como Chihuahua en donde las olas de violencia han golpeado con más fuerza, en donde es un riesgo cotidiano en salir de casa, circular de noche o de día por las avenidas de nuestras ciudades, asistir a restaurantes o bares, visitar nuestra Sierra Tarahumara. 

Es una realidad que se nos ha impuesto a los chihuahuenses y, en general, a todas y todos los mexicanos. Es una realidad que para transformarse nuestros gobernantes deben de conocer en la teoría y en la práctica, como el Presidente de México, quien la afronta como cualquier mortal y no trata de darle la vuelta a través de estructuras y burbujas de cristal como la que solicita e implora el gobernador Javier Corral.

No les gusta la sociedad que ellos mismos han creado, no les gustan las ciudades o los estados que gobiernan, no les gusta el roce con la gente común, con el Pueblo; por eso necesitan de personal que los separe de la ciudadanía, de escoltas que los protejan, de vehículos blindados que les abran paso a su andar y los aparten de la realidad.

No les gusta su patria, la mayoría de ellos se marchan al extranjero al terminar sus administraciones después de saquear las arcas públicas exprimiéndole hasta el último peso al Pueblo trabajador.

Uno de los cambios que ha traído consigo la Cuarta Transformación y el ejemplo del Presidente López Obrador es contar con gobernantes y funcionarios que no solo conozcan sino que pertenezcan a la realidad mexicana, que no huyan de ella; que se tenga, como se ha dicho, un gobierno del Pueblo y para el Pueblo. 

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