El Salario mínimo: el gran éxito de la 4T

Durante años, el salario mínimo fue utilizado en México como una política para deprimir los salarios y contener la inflación. Los argumentos esgrimidos por los gobiernos neoliberales (o más bien, ¿mitos?)  fue que la productividad laboral no se había incrementado, a pesar de que ésta se ha incrementado casi el doble desde 1980. Que incrementar el salario mínimo crearía desempleo e inflación, y que de nada serviría incrementar el salario si todos perdían su empleo.

Los gobiernos neoliberales le apostaron a una economía cuya ventaja estuviera sustentada en una mano de obra barata y las principales consecuencias fue la precarización de los salarios y del empleo.

A partir de enero de 2019, se hizo una realidad lo que varios luchadores sociales y trabajadores habíamos empujado durante años. Se incrementó el salario mínimo sustantivamente en todo el país y se duplicó su valor en la frontera norte del país. Este primer paso, llevó por primera vez al salario mínimo a estar por arriba de la línea mínima de pobreza, es decir, por primera vez, un trabajador que ganara el salario mínimo dejó de ser pobre. Aunque parezca ridículo, el salario mínimo en México era tan bajo, que una persona que lo ganara no tenía suficiente para comer. El esfuerzo siguió en 2020, ya que Conasami y la Secretaría del Trabajo decidieron impulsar un incremento del 20% adicional, situando al salario mínimo en 123.22 pesos diarios.

El incremento sustancial del salario mínimo fue recibido con gran expectativa, sobre todo por parte de los conservadores que siempre estuvieron en contra. Algunos repitieron sus recetas y miedos: habrá inflación, causará desempleo, no ha subido la productividad. El año pasado fue un año de victorias para los trabajadores y los que estamos a favor de aumentar el salario mínimo en México. Ninguno de los mitos resultó cierto: en la frontera norte donde el salario mínimo subió al doble, se registraron los niveles más bajos de inflación en el país (en promedio 1.26%), así mismo, estudios de evaluación de impacto, mostraron que el salario mínimo no tuvo ningún impacto en el empleo. 

En contraste, se elevó el salario promedio como nunca. El año pasado, debido sólo al salario mínimo, el ingreso promedio de los trabajadores se incrementó 6.2%. Esto implicó que alrededor de 1.23 millones de mexicanos salieran de la pobreza. El efecto fue mucho mayor para el caso de jóvenes y mujeres. Para el caso de los jóvenes, el incremento en su salario promedio fue de 7.95% debido sólo al salario mínimo, y el de las trabajadoras fue 2% más alto que el de los hombres. Por tanto, la política no sólo benefició a los trabajadores más pobres, sino que redujo la brecha de género y por edad.

A pesar de todos los logros, hace falta incrementar aún más el salario mínimo. Con el último incremento del 20%, en América Latina, México sigue estando sólo por arriba de Nicaragua, Haití, Cuba y Venezuela. Si comparamos con la OCDE, quedamos en el último lugar. El objetivo de la 4T es continuar con una recuperación gradual y sostenida. En las próximas entregas en esta columna explicaré más a detalle los criterios a seguir para lograr la recuperación del salario sin afectar el empleo de los trabajadores, sus efectos en sector informal y por qué el nivel de concentración del mercado laboral mexicano nos da holgura para implementar esta política. Falta camino por recorrer. ¡Arriba el salario!

 

Luis Felipe Munguía Corella.Es economista por la Unison, Maestro en Economía por el COLMEX y  Doctor en Economía por la Universidad de California. Está especializado en salarios mínimos, política laboral y desigualdad. Ha escrito varias publicaciones sobre el análisis económico en políticas públicas, con énfasis en salario mínimo y discriminación laboral. Actualmente, es Secretario del Consejo de Representantes y Director Técnico de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI).

 

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