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El sentipensar y el corazón

El debate presidencial del 7 de abril, al que asistieron las dos candidatas y el candidato, tuvo sus notas para analizarlo, pero primero debo aclarar que sí, la Dra. Claudia Sheinbaum estuvo presente —tal como así lo había asegurado—, a pesar de que la oposición se encargó de decir una y otra vez que no asistiría. Dijeron, también, —y lo siguen repitiendo— que ella no iba a defender sus propuestas, sino lo que le decía el Presidente Andrés Manuel López Obrador, y que eso se reforzó cuando no asistió al “ensayo”. Eso solo puede explicarse por una visión absolutamente machista y patriarcal de la oposición.

Pero ¿en qué cabeza cabe decir que no asistiría? Sí, en esa campaña mediática para descalificarla como mujer política sentipensante.

Aunque en el debate quedó clara la posición de las tres contendientes —en donde se pudieron discernir las propuestas que no voy a repetir en este breve espacio—, sí voy a destacar los ataques sin sentido de Xochitl Gálvez a Claudia Sheinbaum: “¡No tienes corazón!”. Lo primero que me vino a la mente fue esa canción —cachonda y rítmica— de Café Quijano y Joaquín Sabina, que dice: “No tienes corazón… y mírame a la cara y atrévete a negar que conoces tantas camas como historias que contarme”.

¡Pero no! Xóchitl se refería a que la Dra Claudia estaba concentrada en lo suyo, que no la volteaba a ver porque estaba preparando su siguiente intervención, concentrada para argumentar sus propuestas.

Lo que demostró Xóchitl es no tener propuestas. La única frase que pudo decir en materia de seguridad fue: “Yo te voy a cuidar”. Eso muestra esas políticas familiaristas que hemos criticado hace años; sí, esas que ponen en el centro el papel de madres y cuidadoras. Y es que “el desarrollo de las políticas públicas dirigidas a las familias, en el sistema neoliberal afianza su ideología, fortaleciendo el papel de las mujeres al interior de la familia y el matrimonio como responsable de un conjunto de servicios que el Estado les ha negado… tales como los necesarios para el cuidado de la familia, como guarderías o centros de desarrollo infantil. Lo que obliga que ellas u otras mujeres sigan haciéndose cargo del cuidado de infantes o adultos mayores”.[1] Eso es lo que argumentó Xóchitl ante las cámaras; su frase era una reproducción de esas políticas familiaristas que reproducen los estereotipos de género.

Esas políticas de cuidado deben estar a cargo del Estado, pero se mantuvo durante los últimos treinta años una política familiarista, porque se consideraba a la maternidad como una actividad primordial y que sobre eso giran las acciones de las mujeres como hacer política. Por eso, Xóchitl repite una y otra vez que será como “su familia” y nos quiere endilgar eso de ser buenas hijas, buenas esposas, buenas madres, y eso llevarlo a la política.

Según ella, ¿eso es tener corazón? Alguien que reproduce los estereotipos en su hablar, porque estoy segura de que eso de que nos va a cuidar solo es un discurso que repite, porque desde hace años no tiene tiempo para dedicarse a cuidar a nadie. ¿A cuántas y cuantos ciudadanos ha cuidado Xóchitl? No, ella se equivoca, no se trata de que personalmente nos “cuide”, se trata de políticas públicas para que el Estado desarrolle una política de seguridad, de cambios culturales y principalmente de justicia.

La posición social de las mujeres ha variado de manera singular y hoy enfrentamos riesgos que no habían sido reconocidos y que nos afectan como ciudadanas y claro, también a quienes son hijas, madres y esposas: la violencia familiar, física, sexual, económica y psicológica tanto en la calle como al interior de la familia; la desigualdad laboral; el hostigamiento y acoso sexual; la desigualdad educativa; la carencia de guarderías para los hijos de las mujeres trabajadoras, en fin, hace falta una política integral de cuidados.

He afirmado desde hace años que las mujeres salimos al espacio público a trabajar, pero que muy pocos hombres han ingresado al espacio privado para ser corresponsables del cuidado y la crianza de hij@s, de enferm@s y de personas de la tercera edad… Que, así como las mujeres son madres, los hombres son padres, pero el ejercicio de la paternidad está muy alejado de las tareas de cuidado.

Y sí, hoy, a pesar de la paridad en los cargos políticos, las mujeres enfrentamos también la violencia política en razón de género. Y tenemos corazón para estar presentes, para sentirnos vivas, para reclamar nuestros derechos y ejercerlos a plenitud.

Quiero cerrar diciendo que las políticas que propone la Dra. Claudia Sheinbaum tienen harto corazón, porque se alejan de esos subsidios neoliberales compensatorios dirigidos a las mujeres en las familias, para recargarlas de responsabilidades. No eran políticas para salir de la pobreza, sino de acciones limitadas para mitigar dicha condición. Hoy hay cinco millones de personas que salieron de la pobreza y a eso aspiramos en el gobierno que encabece la Dra Sheinbaum: a que más personas abandonen esa condición, de tal manera que los planes y programas de políticas contra la pobreza son una condición necesaria, y deben ser suficiente para atender las vulnerabilidades específicas que viven las mujeres por su condición de género. En consecuencia, el programa para mujeres de 60 a 64 años es para reconocer, atender y subsanar las condiciones de desigualdad.

Por eso, intervenir en política social debe plantearse desde una perspectiva holistica, en donde entendamos que la seguridad de tod@s no depende de una persona, sino de un sistema social diseñado desde el Estado para garantizar erradicar las desigualdades. Basta de visiones maternalistas. Todas y todos tenemos corazón, si no, ¡no podríamos vivir! Y el objetivo de la política es poner la ciencia, el conocimiento, el afecto, la compasión, la empatía, el sentipensar, para reconocer que necesitamos transformar el sistema de desigualdades.


[1] Ochoa Avalos, María C (2008): Familia, familias, familiarismo. Revista Géneros. Universidad de Colima.

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