Llama la atención que la Cuarta Transformación le está quitando la máscara a diferentes actores de la vida pública.
La semana pasada y la que está corriendo, el nombramiento como payaso de este gran circo llamado oposición se lo llevó el Gobernador Constitucional de Michoacán, Silvano Aureoles. Como si no tuviera responsabilidades en su estado, decidió emprender una lamentable gira alrededor de distintos poderes del Gobierno de México.
Lo anterior con el supuesto objetivo de denunciar que el crimen organizado estuvo inmiscuido en la elección de Michoacán.
Por arte de magia, al perder la elección y dejar ver sus nexos con el crimen organizado, Silvano Aureoles recordó el serio problema de seguridad que tiene Michoacán.
Silvano se ha quedado fuera de Palacio Nacional y de la Sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación siendo una absoluta falta de respeto hacia el Pueblo. El narcogobernador se pasea por la Ciudad mordiéndose la lengua con calumnias, mientras que su estado necesita más que nunca una transición ordenada e institucional.
Quedarse sentado sin mayor preocupación demuestra la soberbia con la que se mueve la oposición. La derrota moral es clara y evidente, son una burla para toda la opinión pública y no pueden ni articular un planteamiento que no se contradiga con sus propios crímenes.
Aureoles no sabe ni cómo se componen las competencias gubernamentales, le hace falta un mapa para saber a dónde llevar su carpeta llena de falacias.
La transformación se consolidará con una transición democrática, acciones como la que hemos visto demuestran lo ridículo que puede ser aferrarse a seguramente sus últimos días en libertad.
El circo de Silvano es una pulcra demostración de que las cosas ya cambiaron en este país.