Se avecinan tiempos oscuros para Chihuahua. El PAN, de la mano de Maru Campos, ganó la gubernatura y con ello la extrema derecha se hará de las instituciones de la entidad con una agenda política que preocupa en materia de derechos humanos. Lo anterior se sostiene con tan solo escuchar las declaraciones que la ahora gobernadora electa dijo durante campaña, siendo alcaldesa de la capital: En el caso de los derechos reproductivos de las mujeres, ella se designa partidaria de que se les siga encarcelando por decidir sobre su propio cuerpo. Por otro lado, se ha manifestado en contra de que las personas de la comunidad LGBTIQ+ adquieran los mismos derechos de seguridad social, civiles y aquellos que se derivan del contrato matrimonial.
Chihuahua acaba de pasar de la socialdemocracia “Corralista” del PAN, al ala más conservadora con Calderón y Duarte detrás del proyecto de Maru Campos. Merece una profunda reflexión que una candidata vinculada a proceso por corrupción y abiertamente antiderechos humanos (derechos sexuales y reproductivos) ganara.
Nuestra entidad mantendrá una legislación del siglo XIX: inconstitucionales e inconvencionales. La nueva estrategia de seguridad será muy similar a la empleada por Felipe Calderón durante su sexenio, lo cual nos habla de un repunte de la violencia y un ajuste de cuentas entre los grupos crimínales que traerá una inestabilidad social sin parangón. Ni hablar de los sectores marginados.
Por otro lado, la autocrítica desde la izquierda debe ser, sobre todo, en el plano de la batalla cultural: ¿qué hay que hacer políticamente para generar las condiciones materiales necesarias que nos permita avanzar en el terreno de una legislación estatal que permita una nueva inercia en materia de derechos humanos, derechos sociales y derechos culturales?
Sobre todo, debemos plantearnos en serio cómo conectar con las clases medias e impulsar un proyecto progresista sin perder de vista el enfoque popular. Porque cuando pensamos que teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas. Es necesario sentarse a pensar, repensar, pasar a la acción colectiva, organizar y ejecutar lo trabajado.