En todo el país después del 6 de junio y de la Consulta Popular vino en cascada un corte de caja de la experiencia electoral del año. Quienes militamos en la transformación de México también participamos en una discusión sobre la manera cómo debemos intervenir nuestros territorios hacia las batallas del futuro.
Escuchando a varias compañeras y compañeros he llegado a la conclusión de que nuestra experiencia trabajando con la gente está atravesada por la aversión a reproducir las maquinarias de compra y coacción del voto que se montaron a lo largo y ancho del país por el PRI y, concretamente en la Ciudad de México, por el PRD.
Toda actividad territorial que implique procesar políticamente problemas de la vida cotidiana de la gente agita el fantasma del clientelismo. El problema es que actuar sólo bajo este reflejo condicionado nos empuja a una visión inorgánica y antipopular de la militancia y la política.
Algunas compañeras y compañeros abiertamente proponen que nuestra intervención territorial se debe limitar a informar a los vecinos sobre nuestras batallas. Esto, en un país con la monstruosa desigualdad que tenemos, es sencillamente incompatible con una visión transformadora de la política.
Las y los dirigentes políticos debemos de ser vasos comunicantes de lo que ocurre en territorio, porque la representación política se llena de contenido y solo tiene sentido si es depositaria de los problemas de la vida cotidiana de la gente. De otra manera, las decisiones políticas y la actuación gubernamental recaen enteramente en la concertación de grupos de poder y en la eficacia del lobby de conglomerados de intereses económicos. Al final, el mejor contrapeso al poder económico es un Pueblo organizado.
El partido en tiempos no electorales tiene la enorme oportunidad de ser un catalizador de esfuerzos organizativos populares y una herramienta al servicio de sus propósitos. Ahí están buenos ejemplos como el trabajo que hace la Coordinadora Nacional de Usuarios en Resistencia, que desde tiempos del desmantelamiento de Luz y Fuerza del Centro organiza a vecinos que tuvieron problemas con sus pagos de energía eléctrica y tramita amparos para evitar abusos. Auténticamente hacer de la unión vecinal, fuerza. ¿Cómo estamos ayudando a que esos compañeros tengan salida política en legislación o en decisiones gubernamentales concretas en el tema?
Soy partidario de que la mejor forma en la que podemos ayudar al Presidente desde Morena es haciendo política útil para el vecino común y corriente. Que la gente sepa que no está sola, que siempre habrá un obradorista al que pueda acudir para hacer bola y defender sus derechos.