Escuchaba hace unos días una playlist en Spotify llamada “Los éxitos de fiesta de la década
de 2010” de canciones en español. No suelo estar actualizada en las múltiples expresiones
musicales y audiovisuales más en boga, en general siempre llego tarde a lo que está de
moda. Muchas de esas canciones eran prácticamente desconocidas para mí y por eso tal vez fue que puse más atención a las letras. Noté que varias, interpretadas por voces femeninas, relataban situaciones en las que, palabras más o menos, las mujeres hacen lo que quieren, se saben seguras, libres, independientes y son todo menos sumisas. Seguramente, para las y los más jóvenes esto no tiene nada de extraño, pero para quienes ya estamos más del lado de la adultez-madurez-vejez sí puede llamar más la atención. Thalía y Natti Natasha, por ejemplo, cantan en “No me acuerdo” lo siguiente:
Tú no tienes nada que decir, cara dura
Dijiste a las diez y llegaste a la una
La otra vez
Y me quedé esperándote
Yo también tengo derecho a pasarla bien
Tú no tienes nada que decir, cara dura
Dije que a las diez y llegué a las tres
Bueno, puede ser que eran las cuatro
Fui a pasarla bien un rato (…)
Por su parte, Danna Paola en “Mala fama”, dice:
Culpa
Lo siento no tengo la culpa
Que no me den lo suficiente
Yo soy exigente
Y los nenes se asustan, hum
Lo primero es que sea soltero
Con cerebro sería el dos
Que esté bueno va de tercero
Y de paso que tenga buen humor (…)
No soy particularmente aficionada a analizar la realidad a partir de los productos culturales
(música, series televisivas, cine), no porque crea que esto es imposible, sino porque siempre me parecerá más importante escuchar lo que la gente de carne y hueso tiene que decir al respecto de su propia existencia. No estoy diciendo que la música pop tenga un poder contestatario ni nada por el estilo, sino que en tanto producto cultural recoge y expresa lo que sucede en la actualidad. Es importante entender que muchos de estos productos reflejan aspectos relevantes del momento, del espíritu de la época. No es que antes no hubiera canciones acerca de mujeres libres que saben lo que quieren, pero ahora éstas son más explícitas y más comunes. El tópico del amor romántico, por ejemplo, todavía no desaparece –ni creo que lo haga pronto– pero algunas de sus particularidades sí han tenido que modificarse porque la realidad de las relaciones afectivas hoy es, en algunos sentidos, muy distinta de lo que era hace treinta o cincuenta años.
Es precisamente esta situación de mayor independencia la que paradójicamente coloca a algunas mujeres en mejor lugar y a otras en mayor riesgo cuando los hombres con quienes conviven no toleran su insumisión. En el México donde 6 de cada 10 mujeres han enfrentado algún incidente violento en su vida y donde quienes las agreden y las matan son sobre todo varones con quienes ellas tienen relaciones afectivas previamente existentes, resulta indispensable entender que, por las razones que sean, esta serie de cambios en la situación en general y en las prácticas sexo-afectivas en particular son un hecho que no tiene vuelta a atrás y que lejos de juzgar –como muchas veces se juzgan, por ejemplo, estas canciones pop–, lo que la sociedad en su conjunto necesita es comprender la inminencia de ello y aceptarlo, especialmente los hombres.
Por cierto, la dichosa playlist la escuché mientras viajaba en carretera; en una parada que
hicimos, escuché una conversación entre las mujeres que vendían comida en ese paradero
ubicado entre Chilpancingo y Cuernavaca. Una de ellas decía: “Pero es que ahora ya no es
como antes, de que ‘hasta que la muerte los separe’ y que los hombres se iban y la mujer
se quedaba sola; ahora ellas ya no se quedan a esperar.”. Yo creo que esa doña lo está
entendiendo todo.
Elisa Godínez.Politóloga y antropóloga. Investiga acerca de justicia por mano propia y violencias en contextos urbanos.
@tannnit