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Guerrero, la Patria es primero

Guillermo Bonfil Batalla, desde la década de los 80, nos condujo a comprender la tercera raíz de México: el Pueblo afromexicano, mismo que desciende de las personas que fueron transportadas como esclavos desde África al Virreinato de la Nueva España y de otras migraciones posteriores. Actualmente se asientan, principalmente, en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, la Tierra Caliente de Michoacán, la región de Yanga en Veracruz de Ignacio de la Llave y la comunidad Mascogo en Coahuila de Zaragoza.

En México se reconocen en la actualidad 68 Pueblos indígenas y al Pueblo afromexicano; 1.3 millones de personas se consideran afromexicanas, lo que representa el 1.2% de la población a nivel nacional. En 100 de más de 2 mil 438 municipios del país, al menos el 10% de su población es afromexicana.

Un personaje emblemático del Pueblo afromexicano es Vicente Ramón Guerrero Saldaña (1872-1831), nacido en Tixtla, actual estado de Guerrero, nombrado así en su honor.

Vicente Guerrero se adhirió al levantamiento de Miguel Hidalgo en 1810 y, cuando José María Morelos fue capturado y ejecutado en 1815, Guerrero lo sucedió como líder militar y social del movimiento, y continuó luchando por la causa insurgente hasta el final de su vida. Guerrero entró victorioso a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821 junto con el ejército Trigarante —la más grande agrupación militar y popular que había desfilado al corazón de México hasta entonces—, en la fecha que se concibe simbólicamente como de “la consumación de la Independencia”. Es Vicente Guerrero —el afromexicano— un personaje central de la liberación de México, y no solo lo es Agustín de Iturbide, el criollo, como algunas narrativas conservadoras y los rancios intelectuales orgánicos nos buscan imponer.

Guerrero también fue parte de un Pueblo que hasta el siglo XXI sigue luchando por el reconocimiento de sus derechos. Guerrero es un guerrero del Pueblo afromexicano. Históricamente, las personas que se reconocen como negras o afromexicanas han impulsado el reconocimiento de sus derechos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y han trabajado por erradicar estigmas y prejuicios en su contra. Ha sido en el contexto de la Cuarta Transformación de México, cuando el 30 de abril de 2019 y por unanimidad, el Senado de la República aprobó la adición del apartado C al artículo segundo de la Constitución Política, a fin de reconocer a los Pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la composición pluricultural de la nación.

Con ello, este sector de la población adquirió los derechos establecidos en la Carta Magna para garantizar su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión social. Aunque falta mucho camino por recorrer se dio un gran paso.

Vicente Guerrero, José María Morelos y Pavón y otros héroes anónimos pertenecían a esta raíz nacional, fueron líderes del movimiento de independencia en su perspectiva social y de la abolición de esclavitud en el territorio mexicano. Sin embargo, a lo largo de la historia, los afromexicanos han padecido discriminación, racismo y clasismo. Como señaló la investigadora María Dolores Ballesteros Páez en su texto Vicente Guerrero: insurgente, militar y presidente afromexicano, “el origen africano de Guerrero es empleado como un insulto o como elementos físicos que deben ser ‘blanqueados’ para permitir la plena inclusión de Guerrero a la élite política. Estas representaciones nos hablan de una sociedad que quería ignorar la variedad racial del México independiente para presentar una falsa homogeneidad”. (Ballesteros, 2011).

De ahí que las representaciones visuales e iniciales de uno de los “padres” de la Patria pretendieron cambiar la realidad acerca del aspecto del general: “En el caso de Vicente Guerrero existen al menos tres retratos suyos en cera. Mientras que en la de José Francisco Rodríguez y el retrato que se conserva en el castillo de Chapultepec, el general tiene la piel morena y el pelo negro y rizado, como Ortiz Monasterio lo describe en sus Charlas de café con Vicente Guerrero [Ortiz, 2009], en la representación de Segura sólo las patillas del general son rizadas. Su cabello es liso, su piel clara y su vestimenta elegante lo hacen parecer completamente distinto al hombre representado en los otros retratos”. (Ballesteros, 2011).

Guerrero fue el último comandante de la insurgencia y durante los años más difíciles se mantuvo firme la lucha por la separación de España, y también mantuvo firme su identidad y orígenes. Es conocida su férrea voluntad, como la mostrada en el episodio del 5 de noviembre de 1819, cuando rechazó ante su propio padre el indulto ofrecido por el virrey Juan Ruiz de Apodaca.

Pedro Guerrero fue enviado por el mismo gobernante para convencer a su hijo de que depusiera las armas y aceptara el perdón. El padre del general, arrodillado y en llanto, suplicó a su hijo que acepte el indulto prometido, que entregue las armas y termine con la guerra.
 Vicente Guerrero no acepta y, dirigiéndose a los presentes, exclama: “Señores, este es mi padre que ha venido a ofrecerme el perdón de los españoles y un trabajo como general español. Yo siempre lo he respetado, pero, la Patria es Primero”.

Guerrero, presidente de México en 1829, fue fusilado el 14 de febrero de 1831 en el pueblo de Cuilápam, Oaxaca, a los 39 años, sin juicio ni defensa.

En función de la preservación histórica de la tercera raíz de nuestra Patria y del legado de hombres como Vicente Guerrero y todos los descendientes del Pueblo afromexicano que dieron la vida por ella, es imprescindible una de las premisas de la Cuarta Transformación: “La riqueza cultural de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, se sustenta en su cosmovisión y se refleja en las diversas manifestaciones con que cada Pueblo expresa y da significado a su vida cotidiana y ritual”. Se debe seguir caminando por la revalorización de nuestra grandeza histórica y cultural. Hoy decimos con Guerrero: “la Patria es primero”.

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