Antonio Castro
“La burguesía no solo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado”.
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Marx
En todos lados desde que amanece y hasta que obscurece en los principales titulares de los medios de información convencionales del mundo el tema es: “La bolsa de valores del mundo se desplomó 20%”; “La organización mundial de la salud declaró pandemia al coronavirus COVID-19”; “La guerra de precios del crudo entre Arabia Saudita en contra de la Federación Rusa desploma el precio del petróleo a más 51 dólares por barril”; “El peso mexicano llega a su máximo histórico con referencia al dólar”. En las redes sociales la tormenta es mayor ente los medios digitales y la avanzada de las “fake news” con encabezados sensacionalistas y tendenciosos que lo único que buscan es generar pánico colectivo entre la población.
Pero todo lo que hoy está ocurriendo es simple apariencia. Aunque sí sea real el Coronavirus COVID-19 es algo coyuntural, no es un problema severo como muestran fatalmente los medios de comunicación o la exageración de los actores políticos y organizaciones mundiales de la “pandemia”. No lo es porque existen planes de contingencia que están funcionando.
Lo que realmente sucede es que la economía mundial está endeble como un terrón de azúcar en un vaso de agua; agregándole la incertidumbre geopolítica es tan impredecible que puede impactar tanto en el terreno económico como en lo político.
Lo ocurrido el pasado 9 de marzo conocido como “el lunes negro del 2020” donde se desplomaron las principales bolsas de valores del mundo –el derrumbe de las cotizaciones de las acciones de las empresas petroleras en un 31%–, por el anuncio de Arabia Saudita, en aumentar su producción de crudo a 12 millones de barriles diarios ocasionó que se bajara considerablemente el precio del petróleo. Por lo tanto hubo un desajuste en el mercado mundial de petróleo para introducir una “guerra de precios” con la federación Rusa en el control del precio del hidrocarburo.
Lo anterior tiene como consecuencia, lo que se vivió el pasado 12 de marzo en la bolsa de valores de New York conocido como “el jueves negro del 2020” donde los principales índices de cotización como el de Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq se desplomaron por casi 10% como consecuencia por la “guerra de precios” del crudo en el mercado mundial y denominar pandemia el Coronaviris COVID-19 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Todo lo anterior es el resultado de toda una política económica de desregulación donde “el mercado se regula solo” sin restricciones de ningún tipo; donde la dominación de los carteles, trunts, bloques económicos y oligarquías de poder perduran en el manejo de la lógica económica. Sin embargo en este nuevo capítulo estructural de desenvolvimiento económico mundial está sucediendo algo inédito que es la intervención del poder de los medios de comunicación a escala mundial generando incertidumbre que a su vez lleva a la psicosis colectiva que se traduce en las compras de pánico que da como resultado el desajuste normal de la economía real.
Lo anterior llevará como resultado a una crisis de complejidad de las mismas contradicciones de la globalización donde está apunto de dilapidar su propia existencia. Teniendo como principio máximo el pánico generalizado en la población como primera fase; la incertidumbre y la histeria colectiva como un resultado de ese principio. No se niega que la enfermedad exista. Lo que hoy está ocurriendo en el mundo con la psicosis generada por una enfermedad que solo ha afectado al 2% de la población mundial pero el horror generado es 100 veces mayor que lo que realmente es en verdad.
Donde este miedo generalizado ya trastocó las lógicas de comportamiento de la economía capitalista que está afectando gravemente su esfera más privilegiada: la financiera; como si el diablo tuviese miedo de perder toda su ganancia “construída” derrumbando así los cimientos de ectoplasma sólidamente forjados del Neoliberalismo.
Antonio Castro, Colaborador del espacio colectivo la comuna. Oriundo de la ciudad de Saltillo. Es un fiel opositor del sistema capitalista; militante febril del obradorismo. En pie de lucha desde el fraude del 2006. Amante de las letras, el clima frío y lluvioso, e ir a las tabernas de noche a promulgar la 4ta Trasformación.
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