Este inicio de 2023 se estará cerrando un ciclo de más de 27 años. La existencia de un espacio libre y alternativo concebido para dar voz a todas las manifestaciones artísticas y festivas vinculadas a los jóvenes. Hace tres décadas esta iniciativa parecía una utopía, en medio del autoritarismo de los regímenes priistas y panistas que se repartían el poder político. Sin el apoyo de los grandes patrocinios públicos o privados, haciendo práctica cotidiana los principios de la solidaridad, la autogestión y la autonomía; así como construyendo una relación horizontal con los intérpretes y el público, esta empresa contracultural logró sostenerse y ser un refugio para la resistencia durante las décadas de la debacle neoliberal que vivió nuestra Patria.
Su nombre hace referencia al mítico libro de Lewis Carroll, pero también a las luchas libertarias y antifascistas del siglo XX. El Gato de Cheshire aquí encontró un lugar en el caótico pero incomparable Distrito Federal para sonreír todas las noches y aparecer los fines de semana en medio de una tocada de rock, una charla, un recital o la presentación de algún disco o libro.
El Alicia es un lugar mítico y místico para nuestra generación y para otras generaciones previas y posteriores a su alumbramiento en los años noventa. Muchos habitantes de la zona metropolitana, pasamos las mejores horas de la juventud en esa bodega a la que te adentras por unas pequeñas escaleritas al cielo, adecuada con luces y grafitis como el gran laboratorio de culturas subterráneas de la capital de México.
Ante la carencia de espacios para las expresiones artísticas y culturales de los chavos, el Alicia significó un oasis, ante una escena del rocanrol dominada por el monopolio del espectáculo empresarial de OCESA; porque a partir de sus propias apuestas el Alicia subsistió como referente de lucha en contra de la domesticación del rock.
Cuantas canciones, cuantas rolas resonaron en ese equipo de sonido pugnando a base de donaciones y arduo trabajo cultural de a pie, enarbolado para incitar a la rebeldía contra lo establecido que supone la potencia del mensaje, de esa parte del universo creador llamada música para la liberación del alma.
Música, gráfica, y expresiones que en el fondo se convierten en arte contra el poder: ska, blues, punk, surf, garage, urbano, rupestre, rockabilly, trash, heavy metal, hardcore y un largo etcétera de géneros y subgéneros del rock encontraron en las siempre abiertas puertas del Foro Alicia un lugar para desplegarse; se reconstruía cada fin de semana con medios propios y desde la premisa de ser la verdadera escuela cultural de la ciudad más grande del mundo, de y para los jóvenes urbanos y sus múltiples, variadas y singulares identidades.
Toda empresa cultural parece condenada al fracaso en el tiempo corto, pero este Foro demostró lo contrario, muchos otros espacios siguieron su ejemplo aprovechando que la brecha estaba despejada. En cambio, los aportes de fondo en el ámbito de la cultura como es la toma de conciencia y la politización de generaciones enteras, solo puede sopesarse en el mediano y largo tiempo. Ahí es donde, en el futuro se valorará el aporte de este pequeño espacio cultural que se volvió una trinchera de ideas en medio de la gentrificación de la colonia Roma.
El cierre del Foro Alicia es un momento quizá necesario en el ciclo de todo proyecto, porque a pesar de la estigmatización y el desprecio que despiertan todas las expresiones de cultura popular entre las élites; su mera existencia les recuerda que ninguna mafia pueden controlar la vida que rebosa desafiante en la cultura.
Porque el recuerdo del Alicia y el nacimiento de nuevos espacios. siempre será un recordatorio para todas las burocracias que solo conciben la cultura como un objeto de consumo, donde esas mismas burocracias pueden seguir reproduciéndose sin mayor trascendencia en la transformación de la sociedad. Y un recordatorio para todos los mercaderes que conciben a los jóvenes tan solo como clientes en potencia y masa acrítica solo dispuestas a consumir lo que dictan las industrias.
Desde una concepción libertaria, son los sujetos mismos quienes se hacen cargo de su proceso de liberación de los moldes culturales impuestos por el orden dominante. Ese proceso solo se vuelve lúdico en compañía de quienes consideramos nuestros iguales, y más se amplifica y se potencia cuando un simple foro de rock se convirtió en una verdadera escuela de promotores del arte, la cultura y el bienestar colectivo entre los jóvenes sujetos de burlas, exclusión y olvido institucional. Soñamos que la semilla del Alicia sea un hasta pronto.