Hildur Gudnadóttir y Chernobyl: «¿a qué suena la radiación?»

Con el auge de las miniseries, como Chernobyl de HBO, cada día es más importante para las casas productoras contar una banda sonora que se equipare en complejidad al trabajo visual.

No es casualidad que, bajo esta premisa, sean más los compositores que voltean a la pantalla chica y firmen bandas sonoras, muchas de ellas de gran calidad, como la que Ramin Djawadi compuso para Game of Thrones, muy digna de la de Howard Shore para la saga de El Señor de los Anillos.

Quizá el caso que más me llama más la atención es la nueva escena musical que se gesta en Islandia.

Me atrevo a decir que la nueva concepción de la música aplicada tiene en el distante país nórdico su origen indiscutible.

Atrás está quedando la música de las grandes orquestas y el leitmotiv desnudo que vienen de John Williams o Max Steiner, pasando por Ennio Morricone.

Ahora se busca que el espectador experimente texturas y sea capaz de comprender atmósferas. Estimular la memoria con base en texturas sonoras, más que en melodías.

Jóhann Jóhannson, Ólafur Arnalds y Hildur Gudnadóttir son los padres de un nuevo movimiento: el que privilegia la textura, los muros de sonido.

Tomada de Freunde von Freunden

«Ha habido una tendencia a pensar que la música de televisión tiene que ser barata y rápida, y que para las películas no debe ser más que música de orquesta, pero no está bien», dice Hildur al Sidney Morning Herald. 

«Tanto en la televisión como en el cine se cuentan todas las historias bajo el sol, y la música no debe limitarse a seguir la plantilla de John Williams o algo así. Amo a John Williams, pero ese sonido no siempre es el adecuado: hay música para cada historia».

Es significativo que la vanguardia musical comience en Islandia, un país que me parece contemplativo y donde los sonidos más puros emergen.

Paisajes bastos, de climas extremos donde lo único que queda es observar e imaginar.

Es entonces donde me voy a detener en un nombre, Hildur Gudnadóttir.

Quizá no le suene, pero la violonchelista islandesa tiene camino recorrido en la música experimental.

Su padrino fue el magnifico Jóhann Jóhannson, hombre detrás de la música de The theory of everything y Sicario.

Con Jóhannson, Gudnadóttir logró reconocimiento por su colaboración en la banda sonora de Mary Magdalene y le fue encomendada la secuela de Sicario, en la que dejó bases Jóhann.

¿Siente esas vibraciones electrónicas justificadas por la orquesta? Este track es fuerte y profundo. Aquí la islandesa privilegia la textura y la música ambiental. Un muro de sonido espléndido, con una templanza bien lograda gracias a los contrabajos que sufren una distorsión.

Ahora escuche este pasaje de Mary Magdalene. Las cuerdas en primer plano, con un distorsionador muy elegante que no infringe a la orquesta. Trabajan en el mismo plano, están equilibradas y logran emotividad. Música nueva, experimental, de gran calado.

Una vez que hemos escuchado algo de Hildur, podemos adentrarnos en la miniserie de HBO, Chernobyl, y su estupenda banda sonora.

Tomada de Freunde von Freunden

Con un prestigio bien ganado, es Gudnadóttir quien se encarga de darnos ambiente y generar una experiencia sonora que nos acerca más a la tensión que significó la explosición del reactor nuclear de Chernobyl y sus implicaciones políticas y ambientales.

De entrada, ¿cómo se escucha la radiación? ¿Cómo suena el cuerpo que se quema por la interacción con la radiación? Esta tarea le fue encomendada a Gudnadóttir.

El resultado es un cóctel ambiental muy crudo, difícil de escuchar, pero con un alto grado de realismo que debe ser considerado como lo mejor del año.

Gudnadóttir afirma en diversas entrevistas que para la composición de Chernobyl acudió a una planta nuclear abandonada en Lituania a capturar los sonidos que se quedaron atrapados en los muros y grandes generadores.

Aquí se gesta el cambio. No más la orquesta que acompaña momentos, sino sonidos que construyen el pasaje visual a través del oído.

«Justo antes de que fueran allí para rodar, fui a grabar sonidos. Fui allí con mi productor, quien graba (para) las películas de David Attenborough… Así que fuimos allí con trajes para materiales peligrosos completos y todo», explicó en Score The Podcast.

El resultado final es escalofriante, de horror.

Sonidos agudos que lastiman el oído tratando de generar una melodía, pero que termina atrapada en otra capa de ondas eléctricas que impiden la respiración.

«Asociamos ciertos sonidos de un desastre nuclear y esos emisores, pero hay muchos otros sonidos que son tan interesantes de observar», comenta.

Las distorsiones electrónicas sofocan. En otra dosis de radiación musical atribulan, lastiman. Así se siente ser quemado por el aire.

Cuando escucho, logro veo las imágenes.

El dolor viene en ondas saturadas con un discreto leitmotiv.

Turbine Hall es el ejercicio más real de diseño sonoro que regala la islandesa. Aquí se escuchan las grabaciones recogidas en la planta. Huecas, propicias para la reverberancia.

Gran parte del éxito de la miniserie de HBO se debe a la partitura de Hildur, tan incomoda para la escucha como la historia en sí, que desvela un incorrecto manejo de crisis por parte de la Unión Soviética en 1986.

Hay mucho debate en torno a qué es la música de Chernobyl: diseño o score. Yo me quedo con la premisa de que es ambas.

La música y las imágenes están cambiando. Cada día necesitamos narrativas musicales que nos sumerjan más en texturas y que se arraiguen en la memoria como los olores, recordar momentos y ambientes, antes que personajes y situaciones.

El Chernobyl de Hildur está encaminado a ser ese referente que desmitifique la barrera entre el diseño sonoro y la música. Ambas en un terreno con fronteras que se comienzan a abrir y para las que debemos estar preparados.

Por cierto, Hildur tiene a su cargo el score de The Joker, que se estrena en octubre. Ya estoy ansioso por escucharlo.

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