La dinámica y la retórica de la competencia han inundado todos los espacios de la vida nacional desde hace más de 4 décadas, donde lo prioritario en cualquier campo de la humanidad es el beneficio individual y lograr ganancia a partir de las demás personas, que, desde luego, no van a ganar nada, al contrario, perderán todas las posibilidades de resolver materialmente su vida y pasarán al terreno de la pobreza, la carencia y la degradación. Esto es propio del capitalismo, un sistema que de por sí está basado en la explotación, sin embargo, la competencia tuvo un acento peculiar con la forma neoliberal del capitalismo, que hizo una aparición estruendosa en todo el mundo en los años 80 – entre algunos sucesos está el llamado por el economista John Williamson “Consenso de Washington”, una serie de recomendaciones de ajuste para América Latina provenientes desde los Estados Unidos, donde proponían quitarle todo tipo de barreras a la economía, sin importar, en los hechos, que los derechos de la sociedad y la soberanía de las naciones fueran objeto de violaciones –, pero su origen data desde mucho antes. A los propios derechos se les consideró ser una de esas barreras a la acumulación de capital. Veamos.
El llamado modelo neoliberal en México y en el mundo, no surgió en los años 80, tiene profundas raíces históricas en la élite empresarial, financiera y de la función pública que buscó re imponer el liberalismo económico como respuesta a los proyectos del socialismo y del capitalista Estado Benefactor – distintos proyectos, pero que coincidían en la planeación de la economía desde el gobierno y las necesidades sociales y no desde el empresariado –, el nombre “neoliberal” lo acuñaron en Europa en 1938; fue pensado, teorizado, discutido y diseñado a nivel internacional, entre varias escuelas e instituciones financieras que sostenían que sería el “libre mercado” el salvador de la humanidad ante las crisis que provocaron marginación y guerra, de esas escuelas destaca la llamada “Escuela Austriaca” de la economía, fundada desde finales del siglo XIX y con auge teórico en distintos momentos del siglo XX, como el momento neoliberal que nos ocupa ahora.
Con la Escuela Austriaca o de Viena – que tiene como máximos representantes a dos teóricos llamados Ludwig Von Mises y Friederich Hayek – numerosos académicos y funcionarios de la élite en México tuvieron estrecha relación desde finales de los años 30 y principios de los 40, y crearon asociaciones e institutos educativos, para contrarrestar la política nacionalista y de planeación gubernamental consolidada en el sexenio de Lázaro Cárdenas, la más célebre es la “Asociación Mexicana de Cultura” creada por el empresario Raúl Bailléres, junto con los banqueros y empresarios más acaudalados del país, que posteriormente daría paso al “Instituto Tecnológico Autónomo de México” (ITAM), en la historia de su creación desde luego que tienen participación empresas privadas, sobre todo en aquel tiempo las ubicadas en Monterrey, como la Cervecera Moctezuma (hoy Heineken México fusionada con Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma).
La articulación de los empresarios en México para ir en contra de la política que priorizara las necesidades de la sociedad conformó su institución educativa: el ITAM. Tenía la asociación donde aglutinaba sus intereses: La Asociación Mexicana de Cultura. Y en 1939 formó el partido que le permitiría buscar de manera formal los espacios necesarios en el gobierno mexicano: el Partido Acción Nacional (PAN). Así iba adquiriendo forma esa que hoy llamamos “derecha” en México, que nunca ha dejado de presionar y actuar para desmantelar todo lo que fueran derechos para los trabajadores, los campesinos y para la población en general, pues estos representan sólo costos para ellos. Con el paso del tiempo la «derecha panista» no sólo fue teniendo más presencia dentro del gobierno, sino que fueron quedando claras las coincidencias de intereses con el partido farsante e hipócrita que hasta la fecha tiene la palabra “revolucionario” en su nombre: el PRI. Así, entre ambos partidos, desde el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, uno poniendo históricamente la teoría financiada por los empresarios y sirviendo a su articulación en diversas organizaciones y el otro usando su presencia central en el gobierno, fueron encumbrando lo que hoy conocemos como “neoliberalismo”, que tiene una entrada franca en el gobierno mexicano en 1982, con Miguel De La Madrid Hurtado como presidente de la Nación.
La política neoliberal – ya en ejecución desde el gobierno – tuvo como objetivo confrontar cualquier tipo de planificación económica estatal, donde el Gobierno es puesto al servicio de las necesidades de los grandes capitalistas, para eliminar cualquier restricción y barrera a las mercancías, tanto en su producción como en su circulación, junto con la posibilidad de la especulación de precios sobre cualquier cosa –exista materialmente o no, tenga valor o no- hicieron una mancuerna que en nuestro país –y en la mayoría de países del mundo- exaltó el individualismo de una manera excepcional, al grado de poner como fin último la ganancia a través de la competencia, sin importar la circunstancia, los mecanismos, la legalidad, la dignidad, la vida humana.
La competencia exacerbada y sin restricciones introducida por el neoliberalismo, llegó hasta el campo de las elecciones, el cual compaginó muy bien con una costumbre de fraude electoral comandada por el priismo desde hace décadas, desproveyendo de cualquier contenido democrático estas coyunturas, convirtiéndolas en una competencia por el puesto, que se puede comprar y en el cual hay que invertir, ya que posteriormente se pueden usar las facultades que otorga ese puesto para enriquecerse personalmente a costa del erario, pues el salario de funcionario público no es suficiente cuando se ha invertido tanto en llegar hasta él. La “fábrica de pobres” como resultado del neoliberalismo, hizo de los ciudadanos más empobrecidos, la clientela y la masa para comprar votos: para ganar-ganar por parte de la oligarquía en los negocios y en las elecciones.
Esta lógica de corrupción disfrazada de competitividad y ver a las elecciones como inversión para poder disponer del presupuesto público para beneficio de las élites empresariales, es la que estamos buscando desterrar de la política mexicana, pero la maquinaria neoliberal cuenta aún con la legislación y las instituciones electorales a su favor y lo que acabamos de ver el domingo 06 de junio en Coahuila y en todo el país es un claro ejemplo de eso, a pesar de todos los esfuerzos del movimiento de la 4T con el Presidente AMLO a la cabeza para clasificar el fraude electoral como delito grave, una Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (FEDE) encabezada por una propuesta del Presidente y una vigilancia de los partidos de la coalición que apoya a la 4T casi en todas las casillas, la compra del voto y el juego sucio aún persisten y siguen siendo un factor a favor del PRI y el PAN.
El distrito IV de Coahuila – por el que competimos en las pasadas elecciones – fue un ejemplo de eso, aunado a la movilización de los sectores empresariales y empleados (¿convencidos?) que tuvieron que optar por el PRI por miedo, presión, corrupción o beneficio personal, partido que se aferra a los pocos Estados del país que quedan bajo su gobierno.
A pesar de toda esa movilización y enorme inversión que la derecha y sus empleadores/patrocinadores hicieron, no pudieron contra la fuerza y organización de la 4T y el lopezobradorismo que ganó las elecciones (121 distritos en todo el país y 11 de 15 gubernaturas). Así como acabamos de ver el recuento de la formación y articulación del neoliberalismo y la derecha en México, el Pueblo siempre ha respondido con movimientos sociales, pacíficos o armados, pero el Pueblo no se ha dejado, ni se dejará. Nosotros hemos sido muy claros con nuestra opción pacífica y sabemos que en el distrito IV de Coahuila hay 61,437 patriotas que van a luchar codo a codo para desterrar al momificado PRI, porque emitieron su voto por nosotros de manera consciente y valiente. De manera inmediata, nos articularemos, para a través de una consulta popular, señalarle a México y el mundo los deseos de juicio a los expresidentes, que, cobijados por el manto neoliberal cometieron violaciones atroces contra la población.
Agradezco ser su compañero de lucha y saber que ahora somos miles y seremos más. ¡Viva la 4 T, viva el valiente Pueblo de Coahuila y de México!