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Humanismo mexicano: más allá del Obradorismo y el Claudismo

Los movimientos sociales siempre han sido un crisol de pensamientos diversos. Aunque compartan objetivos comunes, la identidad de cada participante o grupo está moldeada por su origen histórico: agraristas, normalistas, universitarios, obreros, sindicalistas, ecologistas, afrodescendientes, indigenistas, feministas, de la diversidad sexual, y una amplia gama de pluralidades y luchas específicas.

En la militancia del movimiento por la Cuarta Transformación de la vida pública del país, surge hoy una definición conceptual que, más que provocada, se ha desarrollado de manera orgánica. Me refiero a la autodefinición del pensamiento que nos guía. Una opción sería el Obradorismo. Aquellos que se asumen como obradoristas, con todo derecho, identifican, respetan y siguen la figura de uno de los mejores líderes que ha tenido México. Sin embargo, esta visión puede limitarse a un perfil personal y, aunque el Obradorismo trasciende la figura del presidente, la misma palabra sugiere que todo se centra en una sola persona.

El propio Licenciado Andrés Manuel comprende esto y no busca que esta propuesta de pensamiento político se limite a Obradorismo, como lo fue el «cardenismo», sino transmitir que va más allá de su persona. Por otro lado, creo que tampoco se trata de adoptar personalismos y construir el «claudismo». El claudismo podría en contraste, plantearse como un enfoque de gobierno que abraza formas más ejecutivas, eficientes y con un carisma diferente al Obradorismo, ahora centrado en el liderazgo femenino.

Personalmente, no dudo, con todo respeto, que Claudia Sheinbaum logrará resultados aún mejores que el presidente Obrador, en parte porque heredará una base de gobierno trabajada durante seis años en el sexenio que está por concluir, y porque ha demostrado ser una gobernante brillante con resultados tangibles. No tengo reparo en identificarme como claudista, al igual que no lo tuve al llamarme obradorista. Sin embargo, considero que la visión de la ruta nos ha sido mostrada y corresponde a quienes participan en el movimiento hacer fructificar la conceptualización y continuidad de la propuesta: el humanismo mexicano.

El humanismo mexicano se presenta como una corriente de pensamiento que surge en oposición y distanciamiento del pensamiento neoliberal, proponiendo una economía nacionalista desarrollista y un estado centrado en políticas de justicia social.

Entre sus propuestas se encuentra la reinstalación del eje de clase como eje político, priorizando a los grupos más desprotegidos y enfocando la política económica en generar bienestar para la población («por el bien de todos, primero los pobres»). Además, aboga por reconcentrar el poder estatal, recuperar el estado de derecho y romper con la corrupción institucionalizada, separando el poder político del poder económico. Propone abordar las causas estructurales de la desigualdad y la violencia, complementando las fuerzas de seguridad con medidas sociales y adoptando un enfoque de seguridad basado en la prevención y el bienestar social (“abrazos, no balazos”). Asimismo, promueve la redistribución de la riqueza desde las clases más necesitadas (“economía para el bienestar”) y la moderación del gasto público, enfocándolo en sectores prioritarios (“no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera”) y erradicando el dispendio característico de la clase política neoliberal (“no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”).

El humanismo mexicano, como propuesta ideológica, va más allá del carisma y la empatía de los liderazgos, exigiendo que estos se adhieran a la visión de transformación construida. Esta oferta de adscripción ideológica abre la posibilidad de trascender y continuar transformando el pensamiento político mexicano. Al final, se trata de reconocer que, aunque hay liderazgos, los movimientos los trascienden por mucho. Y eso está bien, porque son muchas las personas que participan y colaboran. Además, ayuda a su continuidad cuando esos liderazgos ya no están. Así pues, tenemos la opción de asumirnos humanistas mexicanos.

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