Hace pocos días en un comunicado conjunto la SEMARNAT y la CONABIO informaron a la opinión pública sobre los acuerdos para transformar a la segunda en un organismo público descentralizado, en efecto es una buena noticia, y por eso el título de “humo blanco”, como cuando el vaticano informa con ese método que “Habemus papa” para dar una buena noticia.
Y aunque en un articulo anterior mostraba que estas frases ya no son tan políticamente correctas, en una época marcada por el cambio climático, derivado entre otros de los gases efecto invernadero que afectan a todo el planeta, me pareció muy precisa para mostrar las negociaciones a puerta cerrada que hicieron ambos titulares después de algunos días de tensión derivados de informaciones de preocupante incertidumbre del futuro de CONABIO, que pusieron en alerta a algunos científicos y organizaciones de la sociedad, y que fue tomado como una afrenta casi personal, por Jorge Soberón, ex secretario ejecutivo de la CONABIO y radicado actualmente en Los Estados Unidos que, a mi juicio, le falto mesura, le disparaba al pie al mensajero.
Corrieron miles de correos electrónicos y las redes sociales estuvieron muy activas. La mayoría externando su preocupación con llamados a la permanencia de CONABIO en distintos tonos y formas, algunas voces, menos beligerantes, en los que me encuentro yo, reconocíamos el gran valor y aportación de la institución al conocimiento y uso de la biodiversidad por casi 28 años, pero advertimos la necesidad de su transformación para evitar su involución y garantizar su futuro y adecuación a las necesidades de estos tiempos y sobre todo de mayor compromiso social con los dueños y poseedores de ese capital natural y no solo como una que documenta y advierte la tragedia de la perdida de la biodiversidad .
La mejor garantía, vista ya hace varios años, era hacer de CONABIO una parte de la SEMARNAT quizá no la ideal o la deseada, pero si ahora la real y factible, en estos tiempos de austeridad republicana y de demanda en claridad de una institución pública en el ejercicio de recursos públicos. Sin duda crear una institución pública autónoma, hubiera sido lo ideal, pero nuestra sociedad no ha valorado suficiente ese tipo de esfuerzos, o bien los involucrados no hemos logrado convencer a pesar de las evidencias palpables todos los días. La fallida ley de biodiversidad le daba fuerza institucional y un marco legal sólido, desgraciadamente no fue aprobada y la indefinición jurídica quedo expuesta.
En esta tormenta de decisiones y emociones a flor de piel, faltan las letras chiquitas y buscar asegurar la continuidad de su personal a la extinción del fideicomiso que sustenta la CONABIO.
Las buenas noticias de esos acuerdos dejaron pendientes otros problemas que han emergido de nuevo como temas no atendidos a profundidad de la biodiversidad y las formas eficaces de protección de nuestra riqueza natural, resalto por ejemplo nuevas y más incluyentes formas de conservación como son los paisajes bioculturales o corredores biológicos. El secretario Toledo lo tiene claro, falta un marco jurídico que respalde esta visión en otras partes del país aparte de la selva Lacandona. El papa Juan Pablo I murió demasiado pronto en condiciones poco claras, por lo tanto estemos atentos y no bajemos la guardia.
Pedro Álvarez Icaza. Experto en política ambiental y en gestión y manejo de recursos de cooperación multilateral internacional. Forma parte del programa de líderes ambientales de El Colegio de México.
@alvarezicazapc
Otros textos del autor:
-La Selva lacandona acechada. Paradojas de las tierras protegidas Parte II
-La Selva lacandona acechada Paradojas de las tierras protegidas Parte I