Tal vez uno de los más grandes logros del Presidente Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación sea la reconversión del gobernador de Chihuahua Javier Corral, quien en estos pocos años ha pasado de intentar dirigir y encabezar a la oposición, hablar pestes del Presidente y vociferar en contra del gobierno de México un día sí y el otro también, a sentir gran simpatía, respeto y admiración por Andrés Manuel.
Desde la visita del Presidente a Chihuahua, específicamente los actos de inauguración de dos cuarteles para la guardia nacional en Villa Ahumada y Ciudad Juárez, quedó claro que (por lo menos en su discurso) el gobernador Javier Corral había cambiado radicalmente.
Fue en sus intervenciones principales durante dichos actos, cuando el gobernador saliente de Chihuahua se desvivió por elogiar al gobierno de México, sentirse identificado con la 4T y agradecer al mismo Presidente por el interés e importancia que le ha dado a Chihuahua, estado al que ha visitado en 10 ocasiones desde el comienzo de su administración, y especialmente a la frontera, Ciudad Juárez, en donde la transformación se ha sentido de manera directa y donde el Presidente ha estado 6 veces durante su mandato.
Periodistas, autoridades, comunicadores y la gente que presenciaba el discurso de Javier Corral quedaron sorprendidos ante el cambio tan drástico y el ramillete de elogios que lanzaba el gobernador. Por otro lado, impactado pero tranquilo, incluso con una sonrisa pícara, Andrés Manuel López Obrador veía fijamente a los ojos al gobernador, aceptando todos y cada uno de los comentarios positivos que Javier Corral pronunciaba.
No es casualidad, el gobernador de Chihuahua Javier Corral necesita dos cosas urgentemente; la primera es cerrar de la mejor manera su administración, para lo cual busca de la propia federación un préstamo o adelanto de los recursos correspondientes a Chihuahua, mínimo para concluir su pésima gestión pagando la nómina correspondiente a los trabajadores de gobierno del estado. La segunda necesidad de Javier Corral es sobrevivir políticamente para lo que trabaja en varios campos ante su inminente salida de Acción Nacional.
Primero tuvo y mantuvo un acercamiento directo con Movimiento Ciudadano, en donde varios de sus operadores más cercanos ya colaboran. Después, está este nuevo acercamiento y coqueteo con el gobierno de la Cuarta Transformación (en donde se rumora que Javier Corral tendría cabida, incluso en algún espacio de primer nivel dentro de la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador) y finalmente, cosa poca probable pero en política no debemos descartar ninguna posibilidad, es su posible incorporación a Morena, en donde no pocos, sobre todo chihuahuenses, considerarían esto como un acto de sabotaje al mismo movimiento que encabeza la 4T.
La verdad de las cosas, sin ingenuidades, es que el gobernador Javier Corral, no ha sufrido ninguna reconversión ideológica ni nada parecido. Lo suyo, como buen panista, es la hipocresía y ahora el pragmatismo que lo hará hacer y decir lo que tenga que decir para buscar un espacio de supervivencia política, no solamente porque en el propio PAN ya no tiene cabida (por lo menos mientras Marko Cortés se encuentre en la dirigencia) sino porque desde la nueva administración estatal en Chihuahua y con una gobernadora dualista como Maru Campos, Javier Corral vivirá tiempos muy obscuros a los cuales no está acostumbrado.
Con este panorama tan adverso y complicado, después de las elecciones de 2021 y con el triunfo de la derecha más rancia y corrupta encabezada por Maru Campos, ahora gobernadora electa del estado Chihuahua, a los chihuahuenses solo nos queda confiar en el trabajo de las autoridades federales a la vez que en lo local nos organizamos para defender a nuestro estado de lo que se viene: una nueva administración dualista, dispuesta a llevarse lo poco o nada que dejo el gobernador más corrupto en la historia no solamente del estado, sino de México), César Duarte.