Memoria de chorlito

Memoria de chorlito

A siete meses de gobierno y un año del triunfo electoral hay quienes parece que ya olvidaron el “ya sé que no aplauden”; el telepromter que dejaba leer al presidente discursos huecos elaborados por algunos de sus asesores con doctorados en Harvard pero con nula capacidad de interlocución con los verdaderos sentimientos del pueblo; la “verdad histórica”; la terna de Medina Mora para ministro; el maquillista de La Gaviota con las giras que más que de trabajo parecían de farándula internacional; los seguros médicos privados para los servidores públicos y sus familiares a costa, también, del dinero del pueblo; el avión presidencial y un largo etcétera interminable.

En ese sentido, el riesgo de quienes padecen memoria de chorlito es que comienzan a normalizar cualquier acto de gobierno como si desde siempre hubiera sido así.

Parece normal que el primer día del gobierno de la Cuarta Transformación se haya firmado el decreto por el cual se creó la Comisión de la Verdad sobre Ayotzinapa; parece normal que Andrés Manuel haya dicho que en el tema de los desaparecidos hay fondos ilimitados; parece normal que se haya declarado públicamente en varias ocasiones que la Secretaría de Gobernación —ícono de la barbarie en otros sexenios— se convierte en la secretaría por excelencia de la defensa y protección de los derechos humanos del pueblo de México; parece normal que en los primeros meses de gobierno ya hemos visto disculpas públicas para las víctimas por acciones y omisiones del Estado; parece haberse normalizado que el propio gobierno reconozca públicamente la cifra de más de 40 mil desaparecidos; parece normal la apertura del sótano de la Secretaría donde se cometieron las peores atrocidades; los memoriales…

Y, de esta forma, parece que unos cuantos quieren normalizarnos la costumbre del presidente de escuchar con plena atención y respeto a la víctimas; así, pretenden que parezca normal el silencio sepulcral que se generó cuando la semana pasada en el Informe del Sistema Nacional de Búsqueda escuchamos, guiados por el ejemplo del presidente, a una señora que irrumpió pidiéndole que le ayudara a encontrar a su hijo y que velara por su integridad, pues temía que en la búsqueda ella misma perdiera la vida.

Parece normal, pero nunca lo había sido.

Absolutamente fuera de lo común, rompiendo todo protocolo, el presidente de México, dando el ejemplo al resto de los servidores públicos que presidían el acto, después de escuchar las súplicas de la mujer, como ya lo ha hecho en varias ocasiones antes, la escuchó con atención y le prometió a ella que siempre estaría ahí para dar la cara, al final, junto con el secretario de Seguridad Pública, la ayudó a levantarse, mandando un mensaje genuino de escucha pero sobre todo asumiendo como si fuera propio el dolor y la tragedia de su pueblo como ningún otro; y esto, pese a la memoria de chorlito de algunos, es invaluable.

Feliz de participar semanalmente en este medio, con la oportunidad de aportar a la narrativa que busca ponerse a la altura que la Cuarta Transformación amerita.

 

Julia Álvarez Icaza Ramírez.  Abogada de la UNAM con formación
en derechos humanos. 
Desde distintos espacios ha trabajado
temas de derechos económicos, sociales y culturales.
Actualmente investiga sobre justicia transicional,
reparación integral del daño y justicia restaurativa.

@Jualicra

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