El Pueblo habló en las urnas. En el pasado proceso electoral eligió el “Plan C” que, entre otras reformas, incluye la judicial, por la cual ahora serán electos Ministros de la Corte, Magistrados y Jueces por medio del voto popular. Esto va de acuerdo con la reforma del pasado 15 de septiembre, donde la voluntad del Pueblo se vio reflejada en el Congreso de la Unión, con la mayoría calificada de los diputados, quienes representan a los ciudadanos ,y los Senadores, los representantes de las entidades federativas, terminaron con décadas de amiguismo, nepotismo y derroche de recursos públicos que había caracterizado al Poder Judicial gracias a su voto.
Con la reforma constitucional y ahora la reforma a las leyes secundarias, la elección judicial por voto popular es un hecho, sin que los juzgadores conservadores pudieran hacer algo (a pesar de sus intentonas ilegales y anticonstitucionales) por conservar sus privilegios. Estos juzgadores y sus pocos seguidores, trabajadores malinformados, salieron a protestar con un discurso rancio y bofo, como si el Pueblo se las creyera. Con pancartas, lonas y mantas, decían que eran el único poder que defendía al Pueblo, cuando la gente en los estados ya sabe que durante décadas estos juzgados estuvieron, en su mayoría, al servicio de los intereses del malhabido poder económico, despojando a miles de ciudadanos de su patrimonio para entregárselos a unos cuantos voraces.
Por supuesto que existen sus honrosas excepciones a lo arriba mencionado, y como dice el dicho mexicano “El que nada debe, nada teme”. Este adagio popular cobra relevancia al ver que más de la mitad de los magistrados y jueces ya mostraron su interés en ser votados y someterse al escrutinio popular para continuar en sus cargos, porque confían en su valía y en sus estudios, pero sobre todo porque saben que no serán repudiados por el Pueblo. Sin embargo, quienes ya renunciaron prematuramente a ser votados, seguramente tienen mucha cola que les pisen y resultan impresentables en una elección.
Otro rasgo de los juzgadores conservadores es que han sido apoyados por los sectores empresariales y por personas que atienden intereses extranjeros, pero no hemos visto a los sectores populares o sociales volcarse a marchar con ellos, porque repito, siempre han vivido divorciados del Pueblo (al contrario de lo que ellos dicen). Siempre se esconden detrás de sus mostradores, como si fueran una tienda departamental, eso sin mencionar que para entrar a sus instalaciones se necesita justificar a qué va a entrar uno, para que sus guardias te dejen pasar. Como en todo, a lo largo de mi vida como abogado postulante (litigante) también he encontrado servidores públicos sensibles y juzgadores que reciben a toda persona que pida audiencia, esos son los que merecen ser votados por el Pueblo.
Por cuanto hace al argumento de la experiencia, los conservadores simplemente no tienen razón, ya que no se quejaron cuando juzgadores corruptos contrataban a sus familiares o amigos sin ninguna experiencia y tenían carreras meteóricas, porque a los pocos años de terminar la carrera de Derecho ya eran Secretarios de Acuerdos, ganaban más de 70 mil pesos al mes o se convertían en jueces que ganaban más que el Presidente en turno. Los tiempos cambiaron y en los últimos años cuando el propio poder judicial trató de controlar el nepotismo, frente a lo que los juzgadores encontraron el “cruce”, que no era más que contratar a un familiar de otro juzgador para que este contratara a los suyos. Por eso vemos que en un mismo edificio están en distintos pisos el hijo, el hermano, el esposo y hasta la pareja conviviendo bajo el mismo techo, pero eso sí, en distinto juzgado o tribunal. Está contabilizado que en todos los circuitos judiciales del país existen familias de hasta 30 miembros que trabajan en el mismo complejo de oficinas, dejando a los verdaderos trabajadores con carrera judicial en los mandos medios o inferiores, sin poder llegar nunca a ser juez o magistrado por falta de oportunidades y por el amiguismo y nepotismo.
Por lo anterior, no me fue sorpresivo cuando varios excompañeros de la Facultad de Derecho de la UNAM, donde estudié, me llamaron en los días subsecuentes de la aprobación de la reforma judicial, para decirme que ahora sí podrían tener una oportunidad de hacer una carrera judicial y mi beneplácito es saber que muchos están dispuestos a participar en el próximo proceso electoral. Ni hablar de los juzgadores, hay mucha gente preparada y que conoce de raíz el poder judicial, que hoy trabaja de oficiales judiciales, actuarios, secretarios de juzgado o de tribunal, y que ahora sí tendrá una oportunidad, junto a muchos juristas y postulantes preparados, ¡serán los Jueces del Pueblo!