Hace más de 2300 años, Platón ya tenía muy claro que un político puede ser una figura peligrosa para el bienestar social si está dominado por rasgos contra los que el Movimiento de Regeneración Nacional trabaja por desterrar de nuestro país, debido al gran daño que le han causado a ese México profundo que ha resistido y sobrevivido a las mafias del poder, quienes —como los Yunes— siguen buscando enriquecerse a toda costa.
En La República, Platón muestra temas imprescindibles para construir una sociedad ideal, entre ellos se encuentra la política. Muestra que las y los ciudadanos debemos tener en cuenta cuatro rasgos en los políticos: la ambición, la obsesión por el dinero, la falta de sabiduría y conocimiento, y la demagogia, porque estas características traen corrupción, injustica y un daño social irreparable, de ese tamaño son las heridas que dejaron el PRI y el PAN.
Es difícil no prestar atención al primero y más importante rasgo que nos presenta Platón: la ambición. Ese deseo desmedido que el clan neoliberal conoce muy bien, siempre buscando con obsesión enriquecerse, sin importar sobre quién tengan que pasar, pues en su código de conducta solo se busca el beneficio de unos pocos adinerados, por lo cual buscan perpetuarse en el poder, ya que les resulta una fórmula con la que logran satisfacer caprichos familiares, por no decir corporativos.
La ambición es una característica de la casta Yunista, una familia veracruzana conocida no precisamente por sus buenas acciones. Los Yunes son un corporativo cuyo historial de corrupción y violencia sigue pagando Veracruz, aunque ahora aseguren que buscan recuperar a la grandeza, grandeza que ellos mismos sumieron en la miseria y el olvido.
Las castas no caben en un país democrático, pues la injusticia, la corrupción y la discriminación son su moneda de cambio, por ser grupos cerrados que no permiten —dadas sus creencias hereditarias— que todas y todos sean partícipes de las decisiones trascendentales; sin duda, esta idea añeja y caduca rige a al consorcio de estos delincuentes vestidos del color que tenga su aspiración política.
Instaurados a conveniencia desde hace décadas en el ámbito estatal y federal, nacieron listos para alzar su dedo a favor de propuestas privatizadoras, defendiendo siempre intereses familiares, porque son padres de la corrupción, hijos de la avaricia, la simulación y el autoritarismo, dignos representantes del oportunismo, profesionales del fraude y la extorsión, parientes políticos y sanguíneos de las grandes traiciones al Pueblo de México; su nepotismo trajeado, su enriquecimiento ilícito, su conexión con las redes de pederastia, extorsión y ejercicio indebido del poder, los convierte en el ejemplo perfecto de todo lo que no cabe en el gobierno de la Cuarta Transformación, pues luchamos por erradicar ese sistema de oprobio, defendiendo nuestra soberanía, y reduciendo la desigualdad, porque al contrario de ellos, tenemos claro que hay más alegría en dar, que en recibir.