Hace algunas semanas trataba de matizar algunos puntos importantes sobre la manera en cómo el sistema de salud pública había logrado manejar de una forma correcta la crisis que iniciaba a razón del nuevo SARS-CoV-2 (nombre del virus que causa la enfermedad de coronavirus o COVID-19). Hasta ahora ese manejo, entre una comunicación institucional correcta y medidas preventivas que la población ha ejercido, parece el correcto ya que, a diferencia de varios países, en México solo tenemos 7 casos confirmados y ninguna muerte.
Esto no quiere decir que la emergencia sanitaria ya esté superada o que el país no llegue a tener una infección a mayor escala, pero lo que queda claro es que en estricto sentido nuestras autoridades han logrado sensibilizar a la población para evitar que el pánico se incremente y sepamos que los pronósticos catastrofistas aún no se cumplen.
Pero si bien el combate a un virus como el que comentamos en ciernes ha sido ejemplar, poco se han difundido otras batallas que por el ruido mediático se llegan a minimizar y que también ameritan ser tratadas con la misma urgencia y cuidado. En ese sentido quiero hacer mención de los casos recientes de sarampión que han aparecido casi a la par del brote de coronavirus, un brote que ya reporta más casos que este último (10 casos de sarampión contra 7 de coronavirus) lo cual, aunque puede parecer también poco número de casos, dado las notables diferencias que significan ambas enfermedades es algo que merece ser discutido. ¿Por qué tener un brote de sarampión es más peligroso que uno de coronavirus? Por la simple razón que para el primer caso existe un esquema de vacunación que en los últimos 30 años había mantenido casi inexistentes los contagios (en 1990 fue la última epidemia con 89,163 casos).
Además, aunque existen reportes de algunos contagios en los últimos años, estos han sido de forma importada, pero los nuevos casos que se reportan parecen tener su origen en el país, lo que indica que la vacunación se dejó de implementar de forma correcta.
Esto nos llama a reflexionar que ante amenazas contra la salud, no basta con permanecer alertas ante lo que los medios ponen de forma constante y que nos opacan para atender algunos otros casos que en realidad son más graves (no estoy tratando de minimizar lo que ocurre con el coronavirus, sino de informar para manejar nuestras prioridades) y que no perdamos el foco. Porque de pronto todo el mundo habla de una probable vacuna contra el SARS-CoV-2 pero se han dejado de preocupar por las vacunas que sí tenemos, pero no estamos aplicándonos.
Lo que indica que los medios nos pueden llevar a caminos que no son los correctos solo por posicionar el escándalo de por delante. Mi recomendación: seguir el cuadro de vacunación, estar atentos a las campañas por el sector salud y no bajar la guardia contra otros virus que manteníamos a raya y que estamos dejando resurgir porque el coronavirus es lo de hoy.
Daniel Torres. Hace biología molecular. Estudió neurobiología y luego optó por trabajar con pacientes VIH positivos.
Twitter: @danjtorres