Ante la complejidad que se plantea en la relación económica y política con los Estados Unidos de Norteamérica, la Presidenta Claudia Sheinbaum respondió a principios de semana, que explicaría a detalle la estrategia, este domingo en el Zócalo. Muy pronto reaccionó un sector de la oposición con su gesto nervioso y agresivo, al mencionar que nada se lograría y que se trataba de un movimiento populista. Unos días después vino la llamada con Donald Trump, donde nuestra presidenta de nuevo dio cátedra de diplomacia. La reunión en la plaza por supuesto se quedó y tomó nuevos bríos.
Amerita analizar la reacción opositora. Hay un sector ruin que gravita en torno a que al país le vaya mal para poder ganar adeptos. Agoreros de la desgracia, pronostican infortunios a su paso, mientras la realidad de un país bien conducido les deja continuamente callados. Pero hay otro tipo de opositores, quienes tienen un bloqueo mental. Son incapaces de concebir e imaginar un modelo de comunicación política basado en la honestidad, horizontalidad y contacto personal. No pueden entender como la Cuarta Transformación, es legítima heredera de una tradición que asume que en las plazas y calles se hace política, con las personas de carne y hueso, sin la necesidad de los contratos millonarios de los medios masivos para comunicarse.
La idea del “espacio público”, es una construcción social que tiene que ver con las formas para entender lo popular. Para la derecha es inconcebible reconocer legitimidad de las personas que caminan por las calles, que discuten asuntos políticos en los mercados. Para ellos, todo el marco de referencia necesita de la “comentocracia” para ser “validado”. El Segundo Piso de la Transformación asume con emoción el mecanismo heredado donde al Pueblo se le escucha y se le informa a detalle de frente y con verdad.
El célebre sociólogo Henry Lefebvre abordó en su obra la relación que tenemos con el espacio y la forma en que habitamos la ciudad, conviene citarle con lo siguiente: “Cada sociedad produce un espacio en cada coyuntura histórica” las plazas públicas fueron el lugar donde hace algunos años nos organizamos para difundir nuestras ideas, pelear contra los fraudes, defender la soberanía nacional. La calle lejos de ser extraña es nuestra escuela política. El autor francés nos dice “El derecho a la ciudad es, por lo tanto, el derecho a la participación y disfrute de los bienes colectivos” por eso en las asambleas cívicas reflexionamos, decidimos, cantamos y bailamos, como forma de habitar con conciencia cívica las ciudades, pero también como manera de reconocer que el país va bien y que frente a la adversidad tenemos una estadista que pone nuestro nombre en alto.
Hacer política implica determinación con los ideales, capacidad de construir acuerdos y pedagogía en conocer y divulgar nuestros principios. Seguiremos estando en el Zócalo y plazas de México porque tenemos un gran Pueblo preparado políticamente. La oposición en cambio permanecerá sentada con su clasismo y fobias viendo como pasa la historia ante sus ojos.