Hace más de un año escribí una pequeña reflexión sobre el paradigma que se dilucidaba respecto a la 4T en materia de ciencia. Muchas de esas nociones me parecen vigentes y creo que vale la pena retomarlas en este momento cuando cruzamos una de las crisis más duras y que coincide con que los choques de fuerzas en el ámbito científico se han politizado de forma evidente.
La pandemia nos ha servido para exhibir las carencias heredadas, pero sobre todo los retos que debemos sortear para diferenciarnos del modelo neoliberal, ese que ‒a pesar de que sus propagandistas se empecinan en negar‒ existe y cimentar a la ciencia en una esfera nueva. No ha faltado una campaña desmedida por intentar demostrar que en la 4T no existe interés por la ciencia y que se pretende revertir todo conocimiento generado y volvernos gente sin criterio.(1)
Desde las primeras semanas de la estrategia sanitaria en nuestro país, no ha cesado el constante golpeteo sobre que todo lo que la gente a cargo de esta batalla ha implementado es una especie de chamanería aderezada con detentes y abrazos: el número de pruebas, el fetichismo del cubrebocas, las curvas de contagio, el semáforo, la reconversión hospitalaria, los ventiladores, la vigilancia genómica y, más recientemente, el plan de vacunación han sido motivo de descrédito y de hacerlos pasar por pura improvisación.
Del otro lado, hemos pasado por planes de 8 semanas para acabar con la pandemia, del ímpetu por querer seguir lucrando con la salud y de un cabildero de la industria farmacéutica con la bisagra de una experta bucal para dictar cómo es que seríamos Nueva Zelanda si les hiciéramos caso. Todo esto en un año de pandemia.
Ya habrá momento para recapitular las fallas que se hicieron en el manejo de la pandemia, pero la exagerada vociferación de los agoreros del desastre sobre que nada se ha hecho bien es francamente poca seria. Ya existen las primeras valoraciones de México al respecto y parece que la crisis ‒que ha volteado al occidente de cabeza‒ no es el abismo, sino que, dadas las circunstancias, ha sido un manejo lo más cercano a lo que los expertos tienen a mano para contener la dificultad de covid-19.
Por eso considero que mi tesis inicial sobre el estado de la ciencia en la 4T se mantiene: una disputa entre la antigua élite que no es capaz de asimilar el cambio y un grupo nuevo que buscará cimentar formas distintas del quehacer científico en este país. Por razones evidentes se ha tenido que pausar la reforma del CONAHCyT, pero la directriz de la actual directora está presente y lista para lograr que revertamos 40 años de atraso en la materia, que se deje de privilegiar a los de arriba y se empiece a apoyar a los de abajo. Después de todo en la ciencia también primero deben ser los pobres.
(1) https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/racismo-clasismo-y-sexismo-conacyt/https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/racismo-clasismo-y-sexismo-conacyt/