Pluma Patriótica

Share on facebook
Share on twitter
Share on telegram
Share on whatsapp
Share on email
IMG-20210804-WA0017

La democracia no fracasa

No importa cómo lean el título de este artículo, esa premisa siempre será válida. Elegimos vivir en democracia porque creemos que las mayorías son el mejor método para dirimir los conflictos propios de la existencia humana. La mexicana se encuentra en construcción después de desastrosos años de mucha, pero muchísima, simulación.

Tengo la dicha de haber acudido a las urnas 3 veces a mis 22 años. Todas y cada una de ellas, con un sentimiento distinto que motivó e incentivó el sentido de mi voto:

  • La primera vez fui el primero en irme a formar a la casilla. Siempre he sido intenso con las cosas que me apasionan, pero en 2018, estaba ansioso por ver caer el régimen de privilegios, corrupción e impunidad que se había apoderado de los destinos de México. Voté por Andrés Manuel López Obrador, fundamentalmente motivado por la esperanza de un México más justo, equitativo y para todos. Voté por un país que de una buena vez pusiera primero a quienes siempre habían ido últimos y que les diera un mensaje a las élites: el poder económico ya no estaría por encima del poder político, mucho menos de la voluntad popular. Voté por ver nacer la Cuarta Transformación. Tal vez sin saberlo me convertí en obradorista desde niño y por herencia, pero reivindiqué esa militancia aquel día que recuerdo con mucho cariño.
  • En 2021 salí a votar en las elecciones intermedias con orgullo. En esa ocasión la esperanza se transformó en el orgullo de formar parte de un movimiento tan amplio, plural y reivindicatorio como el Obradorismo. El cambio de régimen ya había empezado. Pensiones, programas sociales, un profundo combate a la corrupción y un discurso emancipador de las mayorías fueron los mayores motivadores para hacer campaña y salir a votar todo por Morena, parejito y sin miedo. Sin medias tintas ni mazapanerías. Recuerdo que, al tachar mis boletas, sentí que podíamos refrendar nuestro apoyo a un proyecto de nación que estaba regenerando la nación. Contribuí así, aunque sea en pequeña medida, a seguir adelante con esa revolución de las conciencias que está forjando una etapa en la historia nacional. Andrés Manuel López Obrador no está solo y teníamos que hacérselo saber.
  • El pasado domingo salí a votar de nuevo. Gustoso y orgulloso de poder ejercer mi derecho y obligación ciudadana por primera vez en un ejercicio de democracia participativa; sobre todo, uno que reivindica el derecho de miles de víctimas a ser escuchadas y visibilizadas. Esta vez sí hubo un matiz. En el voto, encontré el dolor de los que ya no están y el Estado se llevó. Encontré el agravio del FOBAPROA y de los fraudes electorales. Volví a ver de dónde venimos, y el por qué militamos dónde lo hacemos. Encontré un pasado que no puede volver, pero también, recordé que la mejor herramienta para que eso no pase es la organización y la movilización popular.

En esta ocasión voté pensando en las víctimas. Voté pensando en la democracia participativa como una forma de justicia colectiva y restaurativa. Voté con otras 7,000,000 por la utopía que como decía Galeano, está allá en el horizonte, pero siempre nos podemos acercar.

En cada uno de estos tres relatos, la democracia no fracasó. Nunca lo hace. Nunca es poca.

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on telegram
Telegram
Share on whatsapp
WhatsApp

Relacionado