La crisis bilateral que enfrentan México y Estados Unidos en materia de seguridad, migración y economía puso de manifiesto la terrible situación que vive la derecha mexicana. Desesperada, inconexa, sin credibilidad y visiblemente antipatriota, las voces más escandalosas del conservadurismo en México se dan de topes contra la pared mientras observan, impotentes, cómo la realidad las rebasa.
Tras la segunda llegada al poder del presidente Donald Trump, sus constantes descalificaciones, acusaciones y ataques contra nuestro país y la comunidad mexicana encontraron en el conservadurismo mexicano —y su sistema de medios y voces— una caja de resonancia particularmente amplificada desde X, la red social más violenta y proclive al conservadurismo.
Cuando Donald Trump acusó al gobierno mexicano de sostener nexos con el crimen organizado, la reacción de la derecha mexicana fue estruendosa. Sin embargo, cuando el propio gobierno de Estados Unidos señaló a Genaro García Luna como un ejemplo ilustrativo de esa relación, entonces voltearon para otro lado. Sus culpas les explotaron en las manos.
Ante las amenazas de Trump, la derecha hizo un llamado tajante y claro a «No cerrar filas» ni apoyar al gobierno mexicano, en la demostración más abyecta de desinterés nacional. La misma derecha que se alegraba con cada muerte causada por la pandemia, que celebra cada asesinato del crimen organizado, es la misma que hoy parece regocijarse por cada migrante deportado o por cada arancel impuesto.
Exigieron que el gobierno mexicano «obedezca a Estados Unidos», cumpla con su responsabilidad en la lucha contra el narcotráfico, cierre la frontera y despliegue militares para evitar el trasiego de fentanilo. Sin embargo, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum anunció la movilización de 10 mil efectivos de la Guardia Nacional tras un acuerdo bilateral, esas mismas voces de la derecha lo rechazaron y dijeron que «entregó la seguridad y sucumbió ante Trump».
Pidieron no responder con aranceles a la imposición de tarifas comerciales por parte de Trump contra productos mexicanos, pero cuando el expresidente estadounidense pausó esta medida tras fuertes repercusiones y advertencias dentro de su propia economía, acusaron al gobierno federal de pasividad.
La derecha mexicana lleva siete años dando tumbos y reaccionando tarde. Enfrenta una crisis sistémica que abarca desde la pérdida de identidad ideológica hasta desafíos en su estructura organizativa y su capacidad de representación ciudadana.
El Partido Acción Nacional (PAN), principal representante de la derecha mexicana, ha experimentado un notable declive. Su alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la pérdida de sus valores fundamentales han contribuido a esta situación. La coalición Va por México (PAN-PRI-PRD) fue un bloque de supervivencia que apostó por una oposición sin proyecto, sin una reflexión clara y explícita sobre las demandas de los distintos sectores de México. Sigue percibiéndose como una élite lejana de los problemas reales de la población.
No hay figuras fuertes dentro de la derecha que puedan movilizar al electorado. Sus representantes más relevantes carecen de credibilidad y arrastran un historial de derrotas electorales y corrupción que termina por condenarlos. Anquilosada y sin renovación generacional, la derecha sigue dominada por las mismas figuras de siempre. Mientras Morena ha innovado en su forma de hacer política, la derecha sigue dependiendo de estructuras caducas basadas en el clientelismo y el corporativismo.
Si bien ha sido estridente y ampliamente replicada por los medios corporativistas, la narrativa contra la 4T fracasa. Los opositores han concentrado su discurso en criticar a Morena, al ahora expresidente López Obrador y a la Presidenta Claudia Sheinbaum, pero sin ofrecer una alternativa convincente. El «antiobradorismo» no ha sido suficiente para generar apoyo popular ni movilización. Y así lo demostró el contundente fracaso de sus seis años de intento de golpe de Estado blando.
Mientras Claudia Sheinbaum demuestra, una vez más, que tenemos el mejor gobierno de la República en los peores momentos, diversos sectores de la sociedad respaldan mayoritariamente al Gobierno de México ante los embates intervencionistas y violentos de Donald Trump. Mientras el país avanza, la derecha permanece encerrada en un cuarto oscuro repartiendo garrotazos al aire.
Hasta la próxima.