En los tiempos en los que vivimos todos dicen ser demócratas, aunque muy pocos lo son en el hacer. El significado de qué es una democracia es una disputa política en constante conflicto. La oposición acusa falsamente a nuestra transformación de dañar la institucionalidad democrática, pero nosotros hemos demostrado por qué su idea de ‘’democracia’’ en realidad solo era humo. Ellos creen en que únicamente las élites deben decidir sobre el rumbo del país, mientras que nosotros sabemos que, en una democracia, el que debe decidir es el Pueblo.
El otro punto es que las democracias son dialécticas. En una transformación no se puede retroceder, sino que se debe avanzar para seguir aumentando los derechos y libertades que las clases populares puedan gozar. Por eso, el Acuerdo por la Democracia al que convoca el Compañero Presidente es necesario con el objetivo de seguir consolidando la idea de democracia que abanderamos; sería la primera vez que se realiza un verdadero pacto de Estado con legitimación popular y no impuesto desde la oligarquía, como lo fueron las reformas estructurales de Peña Nieto.
El federalismo saldría fuertemente beneficiado, pues se consolidan las relaciones entre las entidades federativas en el compromiso de evitar el fraude electoral, sobre todo si consideramos que, en distintas jornadas electorales, el dinero público de los gobiernos estatales se desviaba para fomentar el acarreo, el robo de urnas y la compra de votos. Este Acuerdo puede lograr que ese recurso ya no se malgaste en corrupción y se vea reflejado en el presupuesto de los Estados; claro está, solo si hay voluntad política de parte de los gobernadores de la oposición ‒sobre todo de la Alianza Federalista, que solo ha generado berrinche y anarquía institucional con peticiones como la eliminación de los servidores de la nación, quienes hoy están organizando las brigadas de vacunación‒.
Hasta el momento, la respuesta de los gobernadores ha sido buena: 25 ya se apuntaron para formar parte de este acuerdo nacional, pero me preocupa que mandatarios como Claudia Pavlovich sigan sin pronunciarse sobre este acuerdo, de frente a la coyuntura que se aproxima en Sonora. En esta entidad, el candidato de la 4T, Alfonso Durazo Montaño, tiene el apoyo del Pueblo pero la envidia de la alianza PRI-PAN-PRD, quienes harán todo lo posible para frenar un cambio.
El camino de este Acuerdo todavía sigue. En caso de concretarse la unidad nacional en torno a este pacto de Estado y de reducirse drásticamente los delitos, sería una fuerte contradicción a lo que toda la vida han pensado los ideólogos de la transición democrática, quienes argumentan la necesidad de organismos completamente burocráticos y descentralizados ‒fuertemente costosos para el bolsillo del contribuyente‒ para gestionar elecciones. El Presidente les demostraría que, más allá de tener sueldos millonarios como el de Lorenzo Córdova, lo más importante para el avance democrático es el sustento moral que te legitime y la capacidad de articular una voluntad política que construya.