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La educación no cambia al mundo

En la Cuarta Transformación aún nos falta barrer los escombros del neoliberalismo. Por ejemplo, la cultura individualista que tiene como guía única la acumulación de dinero. También nos enfrentamos con generaciones de personas adultas envueltas en el consumismo, que acceden a la última tecnología, pero raras veces consultan un libro o a fuente de información fiable, lo que demuestra que no es lo mismo el acceso al progreso tecnológico, que el acceso al progreso científico. Lo ideal es que vayan acompañados, porque la herramienta (tecnología) no sirve sin el conocimiento (ciencia) y al revés.

La 4T tiene un objetivo clave enorme: la revolución de las conciencias. Esa revolución requiere de herramientas cognitivas colectivas. Por eso, la educación es una bandera de lucha constante. La educación es un derecho garantizado en nuestra constitución en el artículo tercero, que habla del acceso al progreso científico y tecnológico, además de establecer a la democracia como estructura jurídica, régimen político y hasta como forma de vida.

En plena pandemia existe hoy un debate del regreso a las aulas. Imaginen el atraso que nos han dejado los antiguos gobiernos, que hoy en México hay quienes piensan que las generaciones más jóvenes no deben regresar a las escuelas, incluso cuando somos uno de los dos países en el mundo que más se ha tardado en reestablecer el ciclo escolar. El antiguo régimen neoliberal traficó con la ignorancia, basta con que cada quien se cuestione qué libros ha leído este año de pandemia, o cómo fomentaron el conocimiento en las generaciones más jóvenes que les rodean. Hoy, en México la oposición ha podido hacer del regreso a las aulas un debate porque somos un país ignorante. La ignorancia fecunda miedo y una población ignorante es más susceptible a la generación de ese sentimiento.

La tecnología digital ha puesto al alcance de una mayoría nuevas plataformas de opinión: las benditas redes sociales. Si bien han servido para acceder a información en tiempo real y han dado espacios de comunicación no tradicionales, también dejan al descubierto el empobrecimiento de la capacidad de entender en nuestros tiempos, que tiene que ver con nuestra capacidad de abstracción.

Por qué menciono lo anterior: porque si estamos enfrentando una pandemia ¿a quién debemos escuchar? Mi lógica es hay que escuchar a quienes fueron a la escuela (universidad) de medicina y saben cómo se desarrollan los virus. Pero, ¿cómo vamos a enfrentar más pandemias, si no hay personas en las escuelas? ¿Cómo vamos a enfrentar la infodemia, si no hay espacios educativos?

El desarrollo de una persona tiene base en la educación, porque es la única puerta que podemos abrir para entender la realidad y transformarla. La escuela, después de la casa, es el espacio de socialización en una comunidad, es dónde empezamos a experimentar emociones y entendimiento de lo que nos rodea. Es nuestro primer acercamiento a las disciplinas científicas. Es, en gran medida, nuestro principal recurso contra la desinformación mal intencionada. El ir a la escuela es la esperanza de un mejor futuro. Decía Paulo Freire: “la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.”

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