Una de las narrativas más propagadas por el neoliberalismo es sobre la forma en cómo nos relacionamos con nuestro entorno y la sociedad de una forma individualista. Por eso no es nada extraño que actualmente se transite de esa forma por el mundo, volviéndose egoísta y mezquino. Donde se propaga la idea que, para ser mejores, primero está el bien personal antes que el de la comunidad.
Por eso no es nada extraño que en el sistema de salud nos enfrentemos con una verdadera loza de gente incapaz de mostrar la mínima empatía ante la gente que acude para buscar alivio. Para al que se ha enfrentado con el sistema de salud en general (público o privado) pueda dar cuenta de las barbaridades que debe sufrir muchas veces para ser tratado con un mínimo de dignidad. De por sí ya es difícil acudir a un centro médico y ocurre la falta de tacto del personal, malos modos, regaños, hacerte sentir culpable y todo porque ha permeado ese discurso de que enfermarse es porque así lo decidió uno. Como si el capital no fuera culpable de bombardearte con sus productos chatarra, la explosión de la comida rápida, la falta de regulación a las bebidas azucaradas o que todo se cura con una aspirina.
Es común oír decir es que el lidiar con el dolor ajeno te lleva a un grado deshumanizante como si fuera una fatalidad inevitable. La realidad es que ante el nuevo modelo que se busca implementar con el Instituto de Salud para el Bienestar, debemos cambiar nuestras prácticas como especialistas de la salud, rehumanizarnos y buscar la empatía ante la gente que puede estar ante un panorama desolador. Hay evidencia que demuestra que un ambiente positivo, con gente que escucha y consuela al enfermo lo ayuda en su proceso de sanación.
Es hora de reeducarnos como sociedad para reintegrarnos, para dejar atrás esas prácticas que nos han fracturado, donde solapamos ambientes hostiles (como recientemente el ITAMgate lo enfatiza), donde pensemos que el lugar del otro puede ser el mío y viceversa. Porque me queda muy claro que, aunque el elefante blanco reumático del que habla AMLO es muy real y esa inercia de pronto nos desalienta, sabemos que atrás hay una nueva esperanza, que podemos lograr a través de la empatía ser una nueva comunidad y generar bienestar en este desmoralizado país.
Daniel Torres. Hace biología molecular. Estudió neurobiología y luego optó por trabajar con pacientes VIH positivos.
@danjtorres