La viabilidad de todo proyecto a futuro radica en contar con colaboradores comprometidos, convencidos y entregados con la visión y los objetivos de dicho proyecto. Desde antes de las elecciones del 2018, el hoy Presidente López Obrador vio la necesidad de sumar a distintos cuadros, liderazgos y actores políticos provenientes de una diversa gama de sectores y partidos políticos para garantizar el triunfo electoral.
Una vez conquistada la Presidencia de la República, tocó el turno de integrar un equipo que le permitiera un nivel de estabilidad política y administrativa para encauzar la Cuarta Transformación. Funcionarios como Marcelo Ebrard, María Luisa Alcalde, Román Meyer, Rocío Nahle o Santiago Nieto, por solo mencionar algunos de una larga lista, han desempeñado con integridad y eficiencia sus encargos en beneficio de la nación. Desafortunadamente, algunos otros que llegaron a algún cargo de elección popular gracias al impulso del movimiento obradorista terminaron traicionando el proyecto por el cuál pudieron acceder a sus curules.
El caso de la senadora Lilly Téllez, el senador Germán Martínez o del diputado Porfirio Muñoz Ledo son solo un pequeño botón de muestra de una larga lista de mercenarios políticos que, con el disfraz de ser voces críticas al actual régimen, están dispuestos a cualquier cosa para beneficio único de sus intereses particulares. No podemos permitirnos que más personajes como estos lleguen al poder a costa del trabajo del movimiento.
En esta segunda mitad del sexenio, si el Presidente López Obrador quiere que la Cuarta Transformación logre trascender la temporalidad sexenal, deberá depurar de sus filas a varios personajes que se han ido sumando a Morena con la única finalidad de acceder al poder y a las prebendas que ello pudiera conllevar.
Resulta necesario, por el bien de la democracia mexicana, el impulso y la suma de nuevos adeptos comprometidos con los ideales del proyecto de nación que se busca consolidar todos los días. La formación política de nuevos cuadros debería ser una prioridad para Morena y el Presidente Obrador.
Con la de reforma a la industria eléctrica impulsada tenemos frente a nosotros una coyuntura para sumar a un amplio sector de personas que ven en la reforma, la oportunidad de retomar la soberanía en el sector energético y dar un paso hacia la consolidación del proyecto de nación que permitirá en un futuro próximo retomar la potestad de nuestros recursos.
Considero que el Obradorismo está a tiempo de acercarse a las nuevas generaciones comprometidas con las causas sociales, generaciones que, dicho sea de paso, no terminan de conectar con López Obrador por una mala comunicación de los logros conseguidos hasta el momento. Existe un vasto grupo de personas desencantadas con la política, pero comprometidas con hacer de México un país mejor a las que se les debe de incluir en los trabajos de la Cuarta Transformación.
La formación e inclusión de nuevos cuadros políticos permitirán la continuación de las acciones emprendidas hasta ahora y frenarán cualquier intento de revertirlas. Ante los ataques arteros de la derecha y la ultraderecha, la conformación y fortalecimiento de actores progresistas asegurarán la prevalencia de los intereses nacionales y la consolidación democrática de nuestro país.