La necesidad de justicia es la más democrática de todas:
- Mujeres.
- Hombres.
- Pobres.
- Ricos.
- Discapacitados.
- LGBTTTIQ+.
- Indígenas.
- Migrantes.
- Sin hogares.
Para hablar de que un país es justo y es democrático, es necesario hacer de la justicia la medida de todas las causas y, sobre todo, es necesario hablar.
Nada peor que la comodidad de un silencio que solapa.
No temamos a la mujer incómoda, al hombre incómodo a la persona incómoda.
Porque la incomodidad en democracia se contrarresta con diálogo y resultados.
No temamos a las mujeres incómodas porque nos avisan de la falta de armonización entre los horarios laborales, escolares y de recreación.
No temamos a los hombres incómodos, porque nos avisan de la falta de espacios seguros, donde la carga familiar o social los obliga a portar la máscara del autoritarismo, que les despersonaliza y los violenta en su persona, a su familia y al poder.
No temamos a las personas incómodas porque nos avisan de las lagunas legales que no les nombra, no les contabiliza y no les presupuesta.
Eso es vivir sin miedo, pero también representa cerrarle la puerta al autoritarismo, el polo opuesto a las democracias.
En pleno siglo XXI las luchas por la justicia y la paz no son sustancialmente diferentes de las demandas de las mujeres, los hombres y las personas del pasado.
Y aunque la necesidad de justicia es la más democrática de todas y aun exista un cuarto de producto interno bruto integrado por el trabajo invisibilizado de las y los sin voz, para hacerles visibles es que #MéxicoNosUne cuando el fantasma del hambre y la sed de justicia persisten en las agendas antiderechos. México nos une con Claudia Sheinbaum y el proyecto de la Cuarta Transformación que, por ellas, por ellos y por todas las personas también es Verde.