Ciudad de México a 17 junio, 2025, 18: 17 hora del centro.
postal PP horizontal Ailett Cayetano-2

La juventud es una oportunidad para todos

Cuando platicamos sobre las juventudes, confluyen frases como “son el futuro de México”, “tienen una vida por delante”, o en detracción “en mis tiempos no se comportaban así…”, “son jóvenes, no saben lo que hacen”. Tales afirmaciones, implican una gran responsabilidad…

¿Acaso solemos preguntarles por sus sueños, aspiraciones e inseguridades? En varias columnas, he sacado a colación el tema, porque me parece que este momento histórico de México, está verdaderamente avocado a poner el reflector en las necesidades de la gente joven, de tal suerte que ilumine su ruta, y ello, permita materializar sus metas. Además, mis hermanas y equipo de trabajo son jóvenes, a quienes observo transformar con mucha convicción, a través de sus quehaceres.

Desde mi función como juzgadora, me percato de la alta incidencia en ilícitos, por personas jóvenes, quienes efectivamente son atraídos por la delincuencia organizada, con promesas irreales o amenazas graves.

De acuerdo con la encuesta nacional de adolescentes en el sistema de justicia penal (ENASJUP), realizada a nivel nacional por el INEGI, se advierte que, en 2022, 3,413 personas fueron sujetas al Sistema Justicia Penal para Adolescentes (SIJPA). De ellas, 56.5% cumplía su condena en libertad, mientras que el 30.2 % estaban recluidas[1].

Está exhaustivamente estudiado, que los principales factores de vulnerabilidad en el hogar de las y los chicos, radican principalmente en: a) consumo de alcohol de sus padres o personas adultas con quienes crecieron; b) que alguno de éstos haya permanecido en un centro penitenciario; y c) emplear drogas frecuentemente.

Todas y todos sabemos que aumentar el nivel educativo, disminuye contundentemente el riesgo de perder a las nuevas generaciones en temas delincuenciales; también es fundamental la tarea de los gobiernos al implementar acciones que les atraigan positivamente, como ha sido la creación de programas de capacitación laboral que impulsan las oportunidades de trabajo en el país y, con ello, contribuir en la economía de cientos de familias.

Ejemplo de ello es el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro (que impulsó nuestro más querido y épico presidente AMLO), el cual a la fecha cuenta con más de 3,053,886 personas beneficiadas. Este mecanismo, fortalece la prevención del delito a través del apoyo económico brindado a jóvenes en situaciones de riesgo.

Pero, dichos esfuerzos conjuntos no han permeado totalmente, quiero contar sobre una investigación que realicé en 2024, en el Centro de Internamiento Especial para Adolescentes en Veracruz (CIEPA), donde conversé con dos muchachos de veintiún años, quienes se encontraban por finalizar su condena. Uno de ellos fue aprehendido por secuestro agravado [cuando tenía 17 años, 10 meses], el otro, compurgaba por homicidio calificado [lo cometió a los 17 años, 7 meses]; advertí notorias semejanzas en su situación personal, ambos pertenecían a familias integradas, que les llenaban de amor, tenían un hermanito menor, y cursaban la preparatoria, coincidieron en que las “malas compañías” fueron determinantes para su cambio de rumbo.

Esos supuestos amigos, eran mayores que ellos, los abordaban en “bolita”, y les incitaban a desobedecer a sus padres y cometer actos ilegales. Uno de nuestros entrevistados, comenzó abriendo carros, hampa que se volvió tan fácil, que decidió sumarle adrenalina, secuestrando gente; mientras que el otro, bebía alcohol con harta regularidad, hasta que un día, sus “cuates” se encargaron de calentarle los ánimos, y terminó con la vida de un pariente.

A cuatro años de su detención, y poquitos meses de obtener su libertad, los dos reflexionaron, reconociendo su error, conscientes que esa estancia es el precio de la justicia; lamentan haber abandonado sus hogares, saben que son el ejemplo a seguir de sus respectivos hermanos pequeños, y que aquellos que pensaron sus “amigos”, no lo eran tanto, pues nunca volvieron a verlos –en el mejor de los escenarios, están en centros de reclusión para adultos, condenados al menos, 40 años más que ellos-.

Platico su historia, porque acercarnos a las juventudes en cada contexto que atraviesen siempre nos permitirá saber si en sus ojos o pensamientos vislumbramos claridad, destellos de madurez; si aún tienen ilusiones, y si existe siquiera, una oportunidad de poder cumplirlas.

En conclusión, la delincuencia juvenil en México es un desafío enorme que requiere de una solución integral. Para reducir la incidencia de delitos cometidos por jóvenes, es necesario atacar las causas sociales, culturales y económicas que contribuyen a este fenómeno; pero sobretodo, hay que reestructurar el tejido social. Es justo que madres y padres dejen de invertir por necesidad, sus días o noches completas, por retribuciones económicas que les proporcionen acceso a mejores niveles de vida. Urge, que puedan volver a casa, y recuperar a sus familias, nido de valores y aspiraciones, pues esa asignatura, se enseña con el corazón.

Lo anterior no es una tarea fácil, llevará un par de años, requiere de acciones constantes para revertir estos datos. Por ello espacios como éste, nos permiten visibilizar que estamos –a priori- dando por sentada la apatía o nula aportación de la gente joven. ¡Basta! queremos escucharles, es nuestra obligación como generación adulta, orientarlos y ofrecerles un piso más parejo, acrecentar contundentemente sus oportunidades, dotándoles de más herramientas, caminando la senda de un verdadero proyecto transformador y humanista.

[1] https://www.inegi.org.mx/programas/enasjup/2022/

Sobre el autor

Comparte en:

Comentarios