La arrasadora victoria de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, conocida por su magnitud como “el tsunami”, resultó en triunfos en los ejecutivos de la presidencia de la República y siete entidades, así como una gran victoria en los órganos legislativos. Con el conteo electoral finalizado y los resultados emitidos, ahora es el momento de presentar impugnaciones, es decir, argumentos para cambiar resultados de la pasada elección. Así lo estipula nuestro sistema electoral.
El Congreso está conformado por diputaciones ganadas en urna por mayoría, conocidas como uninominales, y por la distribución de curules por listas según el porcentaje de votación de cada partido, las famosas plurinominales o “pluris”.
La oposición argumenta que la victoria de “Sigamos Haciendo Historia” en el poder legislativo, el llamado “Plan C”, es improcedente porque supuestamente se está sobrerrepresentando a la coalición ganadora. El argumento se basa en la interpretación de la Constitución Política, que establece límites para la sobrerrepresentación de los partidos políticos. Los conservadores afirman que el criterio constitucional debe aplicarse a la coalición como un solo partido, pero la coalición está compuesta por tres partidos y las cuentas deben hacerse por separado.
Esto es lo que marca la ley, la misma ley con la que se distribuyeron las bancadas en los sexenios del PRI y del PAN, y que les favorecieron en su momento. Claro, ahora protestan porque no les conviene que la ley se aplique en la cuarta transformación como se aplicó en el periodo neoliberal. Además, es importante recordar, queridas personas lectoras, que fueron los conservadores quienes impidieron la reforma electoral del sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Es decir, no se modificó la ley, ni el instituto electoral, ni los tribunales, y aun así, se quejan de la aplicación de la norma en los términos en que ellos mismos la dejaron. Hoy prueban su propia medicina y no les gusta el sabor amargo. En esta discusión sobre asignación proporcional, para los conservadores la ley es la ley cuando les conviene, y cuando no, debe torcerse y reinterpretarse.
¿Sería mejor para la oposición si no hubiera plurinominales? No, pues de los 300 distritos federales donde se disputaron las diputaciones, Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo ganaron 256 distritos, es decir, el 85% de los escaños. En el Senado, la victoria es aún mayor, pues de 32 entidades, la 4T ganó en 30 estados, lo que representa el 92% de los curules. Así, justamente para que haya representación de los partidos que pierden las elecciones, y con ello voz de las minorías, existen las plurinominales. Y en la distribución que aplica la ley, los partidos de oposición están ganando más curules de los que tendrían si solo hubiera asignación directa.
Por cierto, no es extraño que haya países donde solo eligen a sus representantes parlamentarios de manera uninominal, entre ellos están Reino Unido, Francia, Canadá y Estados Unidos. Allí, no hay plurinominales.
Entonces, la distribución plurinominal benefició a la oposición derrotada en urnas, pero fue de tal magnitud la victoria de la cuarta transformación, que el plan C se concretó y se tienen las mayorías calificadas en el congreso (dos terceras partes entre los partidos de la coalición). El tsunami arrojó un saldo amplio de victorias en el poder legislativo, determinado por el voto popular. La ley es precisa, y la discusión sobre su aplicación es artificial.
Ahora bien, la ley electoral ha evolucionado a lo largo de los años y es válido realizar debates sociales, políticos y legislativos sobre la manera en que se distribuyen las posiciones plurinominales, y debatir sobre reducirlas o no. A título personal, creo que deben reducirse los plurinominales en la Cámara de Diputados y eliminarse en el Senado. En otra opinión abundaré en eso.
Lo que es juego tramposo es querer torcer las reglas de la competencia electoral para cambiar los resultados después de haber perdido con ellas, mientras que cuando se ganaba nada se dijo y cuando la oposición pudo haber hecho cambios, justamente aprobaron las reglas en los términos en que hoy están. Nuevamente, quieren ganar en tribunales lo que no ganaron en las urnas, quieren reinterpretar la misma ley para que se aplique de una forma distinta a la que les tocó a ellos, y para defender su cínica posición, recurren a mentiras.