La verdad que elegimos ver: comunicación y poder en América Latina es un libro que compila opiniones de expertos en comunicación política en países como México, Colombia, Argentina y Bolivia. Fue publicado por el Instituto para la Democracia Eloy Alfaro (IDEAL), el Gobierno de la Ciudad de México a través de la Secretaría de Cultura y la Brigada para Leer en Libertad.
Las coincidencias entre quienes escriben están en la necesidad de construir alternativas a los medios de comunicación tradicionales que, en su mayoría, forman parte de un conglomerado de empresas que han sido beneficiadas por parte de una clase política. Es por ello que la perspectiva que tienen de comunicar está inclinada a la defensa de un modelo económico, el neoliberal.
A su vez, consideran que es necesario incrementar los canales de difusión par que esta nueva forma de comunicar llegue a la diversidad de audiencias. Se trata de nutrir la cultura democrática con la incorporación de actores que antes no participaban en las grandes discusiones como lo son las demandas relacionadas al trabajo, la democracia participativa o el fortalecimiento de un modelo de desarrollo popular, sostenible e inclusivo.
Llegar a mayores audiencias es parte de la estrategia, pero tampoco puede ser el fin. La influencia de los medios tradicionales sigue siendo tan fuerte que es imposible que un gobierno pueda gobernar en contra de ellos, no sin un base social capaz de contrarrestar la desinformación y la posverdad por medio de una contrahegemonía como lo sugirió el italiano comunista Antonio Gramsci al enfrentarse al fascismo.
La conferencia mañanera del Presidente López Obrador, retomada por la Presidenta Claudia Sheinbaum y por gobernadores de la 4T es un escenario que permite el diálogo franco con comunicadores y sobre todo con la gente.
La mañanera es el espacio para contrarrestar mentiras, es un informe de gobierno que no espera al primer año de administración, es el espacio donde se construye la agenda. Antes eran los conglomerados de las empresas los que definían el escenario y los temas, ahora es Palacio Nacional. No bajo la idea anticuada del gobierno represor de los 70s, sí como una propuesta contrahegemónica del otro modelo de desarrollo.
La estrategia cambia con quienes están al frente. Andrés Manuel López Obrador era el enfoque de la ciencia política y Claudia Sheinbaum Pardo es el de la Administración Pública. Con la Presidenta se hablan de objetivos, metas, estrategias e indicadores. Se ve con claridad una metodología y una planeación para atener los grandes problemas nacionales, por eso se le exige más.
Un ejemplo de esto son los lunes con Profeco para dar seguimiento a los precios de la canasta básica y las gasolinas, los martes de salud donde se anuncian los avances de la construcción de hospitales o de la jornada nacional de vacunación, o el contenido cultural como Humanismo Mexicano y la sección de mujeres en la historia. Todo eso es un avance que resulta insuficiente.
Morena debe atreverse a participar en los procesos informativos. Hay agendas que trascienden fronteras y regiones, como la reducción de la jornada laboral, la distribución de la riqueza, el incremento de salarios por encima de la inflación y la inclusión de grupos de atención prioritaria en la toma de decisiones.
Todo aquello que se abordaba desde las conferencias mañaneras de AMLO, impensables para otros actores de la 4T, puede adaptarse a los tiempos del segundo piso de la transformación desde las instancias partidistas. Al fin y al cabo, la función principal del partido es no perder el pulso de las demandas y sentimientos de la gente y propiciar la organización. Es en el territorio donde se anticipa la voluntad popular de las urnas.
Las mañaneras no son suficientes; que sirva la experiencia latinoamericana de los gobiernos progresistas y la reacción de las derechas en el mundo para anticipar escenarios y no caer en discusiones estériles mientras la sociedad cambia. El cambio cultural no avisa para quienes son indiferentes.