Los votos los movilizan las mujeres. La base militante de los partidos existe gracias a las mujeres. Las vecinas, las abuelas y las tías son las principales generadoras de redes para la resolución de problemas comunitarios en una determinada zona. Ellas son las que, en tiempos electorales y otros más calmos, movilizan a sus conocidos y conocidas, son las que reclutan, las que cuelgan lonas y las que sacan adelante las asambleas.
En la mayoría de los partidos políticos en México, un poco más de la mitad de las afiliaciones son femeninas. En los mítines que hacen los partidos políticos, la mayoría de las asistentes son militantes y simpatizantes mujeres. Ellas son las que (como me dijo una compañera por ahí) “se la han partido haciendo partido”. Aún así, en la pirámide jerárquica que sostiene a los partidos, ellas siempre constituyen la base, pero nunca la punta.
En estas elecciones he tenido la oportunidad de ver y escuchar de parte de compañeros que están en campaña, que sí, los principales liderazgos territoriales son femeninos. Aún así, a las mujeres se les sigue utilizando de carne de cañón porque a la hora de decidir candidaturas o dirigencias las cúpulas dicen “es que no hay suficientes mujeres”.
Creo —y tengo esperanza de— que estas prácticas se están diluyendo. Sin embargo, me parece importante y urgente reconocer, que sin las mujeres ninguna organización es posible: y que, sin las promotoras, lideresas, militantes y simpatizantes, la 4T no sería posible. Aún más, no se trata solamente de aplaudir el trabajo organizativo de las compañeras que hacen territorio todos los días, sino reivindicar la importancia de que sean ellas las que en su momento ocupen los puestos de toma de decisión.
Las mujeres militantes y las lideresas territoriales son las que hacen al partido todos los días y es gracias a ellas que la 4T avanza.