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La oscuridad entre batas blancas

Por: Daniel Rodríguez Fernández

¿Qué sucede con la formación de médicxs especialistas en México?

El primero de marzo de cada año comienzan en México los cursos de especialización médica, mejor conocidos como “residencias médicas”. Luego de presentar el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM) en el que participaron, en 2023, más de 47,000 aspirantes para poco más de 18,000 plazas disponibles —según los datos de la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos en Salud (CIFRHS,2023)—, las y los licenciados en Medicina acceden a una de las 27 especialidades de entrada directa disponibles. La gran mayoría de estos cursos se ejecutan en unidades médicas del Sistema Nacional de Salud.

El entusiasmo por la oportunidad de ser especialista se evapora rápidamente, ¿por qué? Es bien sabido que la formación de médicos especialistas es compleja. No obstante, en México se vive un sistema que, ridículamente, se acerca a la esclavitud moderna. Una suerte del sujeto de rendimiento que Byung Chul Han describe en La sociedad del cansancio. Aquel sujeto que interioriza su propia esclavitud sin oponer resistencia se convierte en víctima y victimario al mismo tiempo. Aunado a esto, persiste una disciplina cuasi militar representada por un sistema de jerarquías donde el eslabón más débil lo constituyen los residentes de primer año. Este sistema que favorece violaciones sistemáticas a los derechos humanos de los y las médicas en formación. Extenuantes jornadas de 36 horas continuas (o más), guardias nocturnas hasta 3 veces por semana, privación del sueño, alimentación insuficiente e inadecuada, violencia en sus más extendidas variantes: psicológica, verbal, económica, laboral, sexual y física, entonan la larga lista de problemas a los que se enfrentas los médicos en formación.

En Estados Unidos, de acuerdo con el “Reporte de depresión y burnout en médicos 2024” de Medscape (un sitio mundial de referencia para profesionales de salud), el 49% de los encuestados ha presentado síndrome por desgaste profesional o burnout (un estado patológico caracterizado por agotamiento, falta de interés en el trabajo y sentimiento de desrealización o baja producción laboral) y el 20% depresión. Las especialidades con la mayor prevalencia de burnout son medicina de urgencias (63%), ginecología y obstetricia (53%) y oncología (53%). Es destacable también la disparidad por sexo con una prevalencia del 56% para mujeres frente a 44% para hombres. Además, el 53% de los encuestados atribuyen principalmente al estrés laboral la presencia de depresión y burnout. En México, lamentablemente, son escasos los estudios que reportan la prevalencia de estos padecimientos entre profesionales de la salud. Recientemente (Martínez-García et al, 2022) un estudio reportó la prevalencia de ansiedad y depresión en médicos residentes de hospitales durante la pandemia de covid-19. Dicho estudio, realizado en hospitales de la Secretaría de Salud de Puebla, reportó una prevalencia de 17% para ansiedad y del 45% para depresión, la distribución por sexo fue casi idéntica y por especialidad las que contaban con una mayor proporción de residentes con depresión fueron anestesiología, medicina interna y pediatría.

Conociendo estos datos debemos preguntarnos qué está sucediendo con la formación de médicos especialistas en nuestro país. Desde mi experiencia, el 4 de abril de 2023, apenas 35 días después del inicio del curso, renuncié a la residencia en Medicina Interna en el Hospital Regional “Lic. Adolfo López Mateos” del ISSSTE, en la Ciudad de México. Las causas: sentimiento de desrealización personal, agotamiento profesional, violencia psicológica y, naturalmente, resistencia a tolerar las condiciones infrahumanas en las que se lleva a cabo dicho curso de especialización. Tiempo después el diagnóstico sería preciso: depresión mayor y trastorno por estrés agudo, padecimiento común entre los militares en combate y en personas víctimas de la guerra, desplazamiento forzado o fenómenos meteorológicos. Mi experiencia me orilló a reconstruir mi camino profesional, y, sobre todo, a buscar visibilizar la problemática por la que atraviesan las residencias médicas en México. No, no es normal que tras una semana de iniciados los cursos de especialidad de este año tres personas me hayan contactado para orientarles respecto al proceso de renuncia por experimentar tratos injustos y desrealización profesional en sus sedes de residencia. No es normal que las personas encargadas de curar a otros se encuentren mental y físicamente agotadas, cerca del colapso, muy lejos de considerarse sanas.

Tengamos el coraje de hablar con la verdad, aquella parresía foucaultiana que nos exhorta a enfrentar esta problemática. Necesitamos describir y conocer la dimensión del problema para poder afrontarlo. En este tiempo de Transformación profunda del sistema de salud sería fatídico perpetuar el ciclo de violencia que se replica vigorosamente cada primero de marzo.


@danirodfer
Médico. Cirujano egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM (con Mención Honorífica).
Ha sido instructor, ayudante y profesor de asignatura en el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM. Actualmente es Médico Residente de la especialidad en Medicina Preventiva en el INSP. Interesado en el estudio de los determinantes sociales de la salud, los sistemas de salud y la atención primaria de la salud. Abajo y a la izquierda, hasta que la dignidad se haga costumbre. Opiniones a título personal.

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