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La Patria Grande es posible

A lo largo de la historia, los Estados han hecho alianzas para sortear distintas dificultades aprovechando sus potencialidades y como estrategias de geopolítica, el caso más emblemático –y reciente– que podemos mencionar es la Unión Europea (UE), cuyos indicios se pueden ubicar en la posguerra, cuando uno de los principales objetivos era tener control sobre la recién derrotada Alemania. En las últimas décadas, la integración de la UE ha tenido un gran peso mercantilista.

Al margen de las evaluaciones que se hagan sobre el éxito de la UE, esta sigue siendo el principal referente de éxito del modelo de integración. En su discurso durante la celebración del natalicio de Simón Bolívar, el Presidente Andrés Manuel López Obrador la mencionó como ejemplo de lo que podría llegar a ser América Latina, y esas palabras emocionan a los mexicanos partidarios de la Patria Grande, pues durante los treinta años neoliberales México había rechazado su posición como país de América Latina y había buscado integración –sin mucho éxito– con los países vecinos de Estados Unidos y Canadá a través de la vía mercantil con la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que fue el tratado comercial más grande pero también el más desigual del mundo. En la integración, la convergencia es deseable y México no la logró en ninguna dimensión.

En América Latina y el Caribe se hizo lo propio con el Caricom, el Mercado Común Centroamericano (MCCA), la Comunidad Andina y el Mercosur, con sus avances que no han alcanzado el éxito deseado debido a las características sociales y políticas propias de la región y de los cuales México, pese a formar parte de un ala del Mercosur, poco había participado. Ahora, con este nuevo horizonte que se dibuja para América Latina donde países clave están girando hacia la izquierda, se habla de un Mercosur pos-neoliberal y de nuevos bríos para una cooperación entre países hermanos, en la que esperamos México se involucre a mayor profundidad. Esto es muy probable, pues ya no estamos en los tiempos en los que los gobernantes únicamente aspiraban a agradarles a los vecinos del norte: ahora hay una mayor consciencia de los vínculos que nos hermanan con el resto de América Latina y eso se ve reflejado, por ejemplo, en la excelente relación con países como Bolivia y en la recuperación de las buenas relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela.

América Latina tiene un Pueblo valioso, es una región que se respeta y se ha demostrado que, cuando coopera, tiene poder para definir el rumbo de la región, como el caso del asilo a Evo Morales para el que intervinieron AMLO y Alberto Fernández. Fortalecer nuestras relaciones supondrá un mayor poder en el tablero internacional. Lo único que le ha impedido avanzar, es, como dijo el Presidente, su clase conservadora, preocupada por servir como lacayos al norte occidental.

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