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La política como factor de cambio social

La política es el arte de lo posible, es una frase citada frecuentemente y llevada a la arena por voces de políticos, filósofos, pensadores. Atribuida a varios; no obstante, pocos parecen entender sus alcances o tan siquiera considerar la vigencia de la misma frase.

La política es un ejercicio puramente humano, tiene errores y no es perfecta, puede ser perfectible, pero jamás impoluta. Creo, fundamentalmente, que el objeto último de la política es sobre el bien común. O sea, a través de las ideas y las acciones mejorar el entorno social, la comunidad y remediar los males sociales que sean posibles.

Los medios, las acciones, las estrategias, las políticas públicas son un desprendimiento de la voluntad de hacer el bien común, por tanto, el arte se encuentra en hacer posibles los objetivos políticos trazados, la colocación de una visión en la agenda y llevarla a sus consecuencias.

En un entorno democrático, la aceptación de la pluralidad de visiones es la clave para el funcionamiento de la institucionalidad. Las Cámaras, Congresos, Parlamentos, etc., son las arenas de la discusión institucionalizada y los poderes ejecutivos aplican la política propuesta al electorado.

Sin embargo, la realidad a veces supera las arenas institucionales y la política se trasmina a la vida social e incluso personal. No es incorrecto, pero se debe buscar encauzar el anhelo social al institucional para lograr la gobernabilidad democrática.

Existen quienes creen que la política es un escalón para la movilidad social, reduciendo el ejercicio público a una “chamba”, lo cual es un despropósito para lograr el bien común. Si bien, hay trabajadores al servicio del Estado, son los que conducen la política los que no deben perder de la brújula que su trabajo es también funcional y fundamentalmente político. La dirección de las instituciones es política, no es burocrática.

Es legítimo tener un trabajo, decente, digno y remunerado, pero la cuestión política es la capacidad de inventiva ideológica en las direcciones de los aparatos. Allí se construye la diferencia entre los gobiernos, entre las formas de hacer las cosas. Precisamente es por donde pasa la reconfiguración, transformación y reforma del régimen. Las formas son fondos; es decir, la manera en la que se conducen los asuntos públicos nos indica las finalidades y objetivos de la política en marcha.

Cuando decimos que la política es el arte de lo posible, es la posibilidad de hacer modificaciones en las formas y fondos, la capacidad de convertir y reconvertir las institucionales en nuevas facetas y formas vidas de vincular lo público con la sociedad, hacer sociedad.

Los gobiernos de Morena tienen la oportunidad de profundizar la transformación del régimen, de redireccionar la cultura política priista que impregnó la totalidad de los aspectos de la vida pública: la relación con los sindicatos, con las corporaciones obreras y campesinas, con el mismo ejército, con la sociedad civil organizada, etc.

El juego democrático es la clave, pues el cambio político en México necesariamente pasa por sus reformas en la pluralización de la vida pública institucional. Ahora, el reto es impregnar las mentes, las consciencias, la conducta de la democracia; de los valores en la pluralidad, el respeto al diferente, la inclusión en la toma de decisiones.

El sectarismo, el amiguismo y el ninguneo de la contraparte afectan el desarrollo democrático, pues demuestran la carencia en los principios de la tarea democrática y política. La gobernabilidad depende los factores de inclusión democrática, y eso es fundamental para darle cauce a las acciones subsecuentes de un objetivo político.

Por tanto, cambiar de régimen político es también un cambio en la cultura política, en el desarrollo de la conciencia democrática popular, en la democratización de la democracia. En la medida que se aborden las formas de hacer política, se harán cambios sociales, comunitarios de escalas importantes que permearan en la vida pública.

Es sano, y deseable, transitar a un modelo de inclusión, de bienestar generalizado y de justicia social. Muchos van por esa senda, y otros deben corregir el andar para incorporarse al camino de la verdadera transformación nacional.

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