La principal característica de la globalización económica es el efecto multiplicador de los eventos que tienen lugar en un país determinado hacia el exterior. Los cambios económicos y en las relaciones comerciales tienen consecuencias directas en el incremento o disminución de las proyecciones de crecimiento nacional y, en general, en el comportamiento de la economía global en conjunto. Esta ecuación se acentúa si se trata de países con economía de gran dimensión, economías productoras de bienes de demanda inelástica para otros procesos en la cadena productiva, economías de gran consumo y aquellas que sostienen relaciones comerciales diversas. En esos casos, casi cualquier evento provoca eventualidades, sean crisis o crecimiento económico.
Por esta razón la elección presidencial en Estados Unidos de Norteamérica y la revisión del T-MEC prevista para julio de 2026 son de primer orden de importancia en el análisis de la situación económica global. Además, para el caso de México serán eventos que podrán definir, en buena medida, el incremento de las previsiones de crecimiento económico o el aumento de los retos para aprovechar la coyuntura internacional de la relocalización de procesos e industrias de la cadena productiva global (nearshoring).
La primera revisión del T-MEC podrá derivar en la decisión de extender la vigencia del tratado hasta el año 2042, dado que hasta ahora estaba contemplado con límite a 2036, en caso contrario, se realizarán revisiones anuales hasta el cumplimiento de la vigencia original (2036). Por ello la elección presidencial en EE. UU. tiene doble importancia: en primer lugar por los temas tradicionalmente presentes en la relación bilateral —destacan las temáticas de migración y seguridad— y la posibilidad de cambios en los acuerdos binacionales ante la posibilidad del arribo de Trump a la Presidencia; en segundo lugar se encuentra la discusión sobre la presencia de China como competidor y con presencia (sobre todo en el sector automotriz) en la región de Norteamérica. Esta doble importancia de la elección presidencial estadounidense es un factor que presuriza la agenda de México en lo relacionado con la relación bilateral con Estados Unidos.
En realidad, esta coyuntura política y económica puede influir directamente en la definición de la posición que ocupa México en la economía global. En el corto plazo, el gobierno mexicano deberá generar las coaliciones promotoras —al interior del país— para impulsar a partir de los instrumentos jurídicos reconocidos para el proceso de revisión del T-MEC 2026 (Protocolo de enmienda, notas interpretativas, Cartas paralelas, Decisiones de la Comisión de Libre Comercio, Declaraciones conjuntas y Memorándums de entendimiento) para defender los intereses del país y promover mejoras que beneficien al sector productivo de México.
Es innegable que la competencia electoral en EE. UU. añade riesgos adicionales a la relación trilateral entre México, Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, es importante señalar que los beneficios del bloque comercial y la relación de cooperación tiene beneficios manifiestos. El grado de entrelazamiento y la capacidad de beneficios obtenidos por el bloque de libre comercio en Norteamérica son mayores que las críticas surgidas a partir de las posiciones de actores políticos republicanos que —con argumentos endebles y nula evidencia— sugieren la existencia de una relación desigual o desproporcionada en la que EE. UU. es el menos beneficiado. Lo cierto es que, incluso para los intereses estadounidenses que libran una competencia directa con el crecimiento de China como potencia emergente, la relación con México y Canadá es vital.
Cabe argumentar que este escenario es benéfico para el argumento mexicano de su aportación valiosa al T-MEC. El bloque norteamericano ofrece la posibilidad a EE. UU. para competir en la economía global con el modelo de China. Esto se demuestra con los datos que ubican a México como el primer socio comercial de EE. UU. y a Canadá como el tercero. Por tanto, la integración económica difícilmente se pondrá en cuestionamiento. Lo valioso para México es lograr colocar en la agenda de integración regional otras temáticas valiosas como el asunto laboral, la migración y los compromisos medioambientales asumidos por la región.
El momento de México, como uno de los principales beneficiarios del nearshoring, enfrenta las presiones de la revisión del T-MEC y la previsible modificación en la relación bilateral con EE. UU. (dado el proceso electoral abierto). Si contamos con las herramientas suficientes y los equipos negociadores adecuados, entonces, la posición sobresaliente de México en la economía global está asegurada.