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La Presidenta, el Presidente y la periodista

“Nosotros tenemos una estrategia que consta de cuatro ejes. Tú quieres sacarme una declaración que no te voy a dar». Así, con serenidad, firmeza y claridad, la Presidenta con «a», Claudia Sheinbaum Pardo, respondió a una de las preguntas de la periodista, también con «a», Dalila Escobar, en una de las interlocuciones que mejor ilustran su capacidad comunicacional, discursiva y de liderazgo como mandataria mexicana.

No son solo matices, sino diferencias claras y marcadas en el discurso y carácter de las dos personas que han dirigido este país desde la mirada de la Cuarta Transformación.

Queda claro: las conferencias presidenciales matutinas impulsadas por el expresidente Andrés Manuel López Obrador en 2018 redefinieron la relación entre el poder presidencial, el poder mediático y la ciudadanía, cambiando un paradigma de la comunicación política en México. A diferencia de los formatos tradicionales de mensajes presidenciales esporádicos y entrevistas filtradas, las mañaneras han brindado, desde entonces, un flujo continuo de información directa desde el Ejecutivo, casi sin intermediación de los medios. Este fenómeno permitió que la narrativa oficial dominara la agenda pública, convirtiéndose en un canal de legitimación política y en una estrategia de control informativo que refuerza la cercanía con su base electoral.

Con la llegada de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia, las ahora «Mañaneras del Pueblo» se consolidaron con su propio sello y dinámica. Mientras AMLO buscaba subrayar el constante contraste entre el modelo de gobierno de la 4T y los gobiernos neoliberales del pasado, Claudia Sheinbaum se enfoca en escuchar, responder, explicar, delegar y continuar.

Claudia y Andrés Manuel son producto de diferentes procesos de formación política, distintas historias de lucha, contextos diversos y disciplinas distintas. Ambos convergen en el mismo proyecto, en objetivos similares y en afinidades ideológicas, pero con metodologías diferentes.

Desde su llegada, las mañaneras del Pueblo han tenido cambios. Se ha llamado a las y los periodistas a formular preguntas más concretas y a no utilizar el espacio como foro de denuncia social, de lucimiento personal ni de alabanza pública. Las conferencias han adquirido un tono mucho más periodístico.

En días recientes, la periodista Dalila Escobar interpeló durante más de 20 minutos a la presidenta de México sobre diversos temas de seguridad, incluyendo la estrategia para combatir la violencia. En su papel, la periodista cuestionó la continuidad de la estrategia, mal entendida, de «abrazos, no balazos» del sexenio de AMLO, la liberación del general Cienfuegos y declaraciones de «El Mayo» Zambada sobre el expresidente.

Cuestionamientos, al fin, de una periodista que cumple con su labor de incomodar al poder oficial y confrontarlo con las circunstancias. Sin embargo, esto le generó a la reportera las ya recurrentes descalificaciones y manifestaciones de odio de militancias extremistas y confundidas que asumen que el poder es inmaculado y que quien lo duda es un traidor al pueblo.

La duda, el cuestionamiento y hasta la confrontación son grandes oportunidades para quien sabe utilizarlas a su favor como detonantes del trabajo y la razón. Y me parece que ese es el gran sello de Claudia Sheinbaum.

Sin titubear, sin eludir y sin inundarse en argumentaciones, cada una de sus respuestas fue contundente y pragmática: a veces concreta y tajante, a veces didáctica y precisa. Sheinbaum es una mujer con un pensamiento muy estructurado. No es víctima de las emociones de sus convicciones, pero se apega a ellas en cada respuesta.

Intuye claramente los objetivos ocultos detrás de algunos cuestionamientos de la prensa. Los desnuda y denuncia, explica y enuncia sin caer en la sobreargumentación y, cuando tiene que delegar, lo hace. Ella no pone el pecho a las balas por nadie en su equipo ni en su movimiento.

Claudia Sheinbaum no se aleja de Andrés Manuel; lo defiende y reconoce porque entiende que al expresidente le tocó una etapa de la transformación y una realidad diferente a la suya. Sin embargo, también se ha encargado de que su mandato se interprete a su manera.

Ella es la PresidentA, una gran comunicadora en su propia circunstancia.

Hasta la próxima.

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