Ciudad de México a 13 mayo, 2025, 6: 37 hora del centro.
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La reforma fiscal, otro frente pendiente

Con Claudia Sheinbaum electa como la próxima Presidenta de México, el país se encuentra en un momento decisivo para la Cuarta Transformación. Si bien Andrés Manuel López Obrador logró un avance histórico al separar el poder económico del poder político, queda una verdad incómoda: el poder económico, aunque ya no controla la política de manera descarada, sigue manteniendo sus privilegios casi intactos. Y ahora, con Claudia en la presidencia, es hora de combatir de frente esos privilegios.

Durante el sexenio de AMLO se implementaron programas sociales que mejoraron la vida de millones de personas. Sin embargo, mientras se redistribuían recursos a las comunidades más vulnerables, las grandes élites económicas continuaron disfrutando de un sistema diseñado a su medida. Aunque ya no tienen la misma influencia directa en el poder político, sus privilegios económicos permanecen casi intocados.

Nuestro movimiento tiene que demostrar que la Cuarta Transformación no se va a quedar a medio camino. Es momento de una reforma fiscal seria, una que ponga a la clase trabajadora en el centro y que no siga permitiendo que las grandes corporaciones y los más ricos evadan su responsabilidad. No estamos hablando de un ajuste cosmético; se trata de reescribir las reglas del juego para que sean justas para todas las personas, no solo para unas cuantas.

El sistema tributario actual sigue beneficiando a quienes más tienen, mientras la clase media y trabajadora sigue cargando con el peso del país. Una reforma fiscal progresiva debe asegurar que quienes más ganan paguen más, paguen lo que les corresponde, para que así se puedan seguir financiando y profundizando los programas sociales que han transformado la vida de los mexicanos.

Por supuesto, enfrentar a las élites económicas no será fácil. Han disfrutado de un sistema que les ha permitido crecer sin restricciones, con beneficios fiscales que parecieran escritos a su medida. Además, cuentan con la complicidad de los medios de comunicación masiva y de los raquíticos partidos de oposición. Pero la 4T debe estar lista para romper con esa inercia. Si realmente queremos avanzar hacia una justicia social plena, es indispensable atacar esos privilegios que han mantenido a unas cuantas personas en la cima mientras el resto lucha por salir adelante.

La idea de una reforma fiscal progresiva va más allá de recaudar más dinero. Se trata de equilibrar las oportunidades, de construir un país en el que las reglas sean las mismas para todas las personas. Esto implica regular con firmeza a las grandes corporaciones, cerrar las puertas a la evasión fiscal y asegurarse de que nadie, por poderoso que sea, esté por encima de la ley.

Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad histórica de continuar y profundizar la transformación que inició López Obrador. El primer paso fue separar el poder económico del poder político, pero ahora es el momento de enfrentarse a los privilegios que ese poder económico aún conserva. No se trata de espantar inversiones ni de demonizar a quienes tienen más recursos, sino de asegurar que, en México, todas las personas contribuyan de manera justa al bienestar colectivo.

La Cuarta Transformación no puede detenerse en la superficie. Con Claudia al frente, es el momento de ir más allá, de enfrentar a las élites económicas que han mantenido sus privilegios durante tanto tiempo. Una reforma fiscal que priorice a la clase trabajadora y fortalezca un sistema tributario progresivo no es solo una opción; es el siguiente paso lógico para asegurar que la justicia social llegue a todas y todos, sin excepción. Porque en este nuevo México, el poder económico ya no puede seguir jugando con ventaja.

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