Las calles son testigo

Las calles son testigo

La Caminata por la Verdad, Justicia y Paz, que inició el 23 de enero en Cuernavaca, terminó el domingo en el Zócalo capitalino, donde algunos pedían hablar directamente con Andrés Manuel López Obrador para exigirle un cambio en la estrategia de seguridad, pero donde la mayoría únicamente marchaba por el dolor causado durante la fallida guerra de Calderón. Hubo tensiones en la marcha, sí, como en cualquier otra, pero la diferencia es que esta vez vino de una pequeña facción del obradorismo, un movimiento que siempre se ha caracterizado por buscar la paz y la justicia. Las calles del país han atestiguado los principios que guían esta lucha y, a esa memoria, le debemos mucho; empezando, por ejemplo, con el hecho de actuar con congruencia. Se puede disentir y criticar las alianzas y estrategias políticas que hacen las víctimas, pero jamás minimizar su dolor y genuina desesperación por encontrar paz y justicia.

No somos quién para dictar cuándo y cómo deben protestar quienes han perdido a seres queridos durante la larga y sangrienta guerra contra el narcotráfico. Lo que nos corresponde hacer es recoger las demandas de las víctimas —sobre todo a las que están más olvidadas—, e incorporarlas a la actual estrategia. Aquella por la que el pueblo votó, por más que muchos se nieguen a aceptarlo. Es prudente también recapitular y precisar que se está tratando el tema de manera diametralmente opuesta a la estrategia de los últimos dos sexenios pero que, por desgracia, los resultados tomarán tiempo; y quien prometa que puede arreglar esta desastrosa herencia en días o meses, es un demagogo. 

Como menciono anteriormente, la estrategia del presidente siempre se podrá fortalecer si se integran las demandas de el pueblo, ese que ha tenido que lidiar con el dolor de las desapariciones y las muertes sin ningún tipo de acceso a la justicia, pero vale la pena reconocer que, sin lugar a dudas, se han sembrado cimientos importantes. Concretamente destaco la creación y despliegue de la Guardia Nacional —una institución con altos niveles de confianza ciudadana—, la atención e inclusión inmediata de los y las jóvenes en la estrategia nacional mediante el programa Jóvenes Construyendo el Futuro y el trabajo de la Unidad de Inteligencia Financiera —quien congeló 12,074 cuentas vinculadas con actividades ilícitas que sumaban 5,023 millones de pesos en 2019; un incremento de 1,409% con respecto a 2018—. 

Falta mucho por hacer, pero es una falacia decir que esta estrategia es más de lo mismo. 

Por último, a los oportunistas que poco –o nada – marcharon por las víctimas y sí mucho por el desprecio que le tienen al presidente, es prudente señalar que no engañan a nadie. En el fondo, ni siquiera a ustedes mismos y las calles también son testigas de su hipocresía. Hasta un niño puede ver que llevan 14 meses demostrando que no les importan los más necesitados: en realidad están enojados porque, por primera vez, la democracia no es sólo una alternancia entre hombres de su mismo gremio, sino una conquista del pueblo. Disculpen la incredibilidad, pero cuesta trabajo pensar que después de 12 años de permanecer callados, hoy se involucren de manera genuina. Pero de ser así –suponiéndolo–  no les caería mal una dosis de humildad, pues se requiere mucha soberbia y profunda ignorancia para creer que recién iniciados en un movimiento social, ya pueden autonombrarse voceros de las víctimas a las que jamás habían acompañado. 

 

Renata Turrent. Maestra en políticas públicas por UCLA con especialidad

en trabajo social y licenciada en economía por el Tecnológico de Monterrey.

Profesora de desarrollo económico y género en la UNAM y experta

en políticas públicas con enfoque feminista. Ha trabajado

en el desarrollo e implementación de programas

de reinserción para jóvenes privados de su libertad. 

@rturrent

 

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