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Las mujeres y el maternaje

Sí, ya sabemos que el día de las madres no es un día cualquiera. Hay gente corriendo, apartando lugar en restaurante, para el desayuno o la comida, comprando de regalos de último momento, asistiendo a festivales escolares, y recibiendo manualidades que los niños y niñas realizaron en la escuela. La carga de trabajo extra aun no cuantificada por la celebración de este día, nos trae material para algunas reflexiones. Partamos de la premisa de que las tareas asociadas con el ejercicio de la maternidad, mediante las cuales las mujeres asumen diversas funciones de cuidado (no reconocidas en tanto trabajo) son unos de los pocos elementos universales de la división sexual del trabajo, que se relaciona con la noción de «trabajo afectivo» de acuerdo con los antropólogos Michael Hardt y Toni Negri, quienes también mencionan que las tareas domésticas implican actividades maternales repetitivas como lavar y cocinar, así como una producción de afectos, de relaciones, y de formas de comunicación entre los niños, en la familia y en la comunidad.

Este trabajo afectivo —conocido más coloquialmente como maternaje— es una producción y reproducción de las relaciones sociales, trabajo que se desarrolla en el ámbito privado, que involucra afectos e implica la realización de tareas indispensables para la reproducción social, también vinculadas al cuidado de la salud, la educación, y que son realizadas mayoritariamente por mujeres. Están romantizadas por la sociedad, sobre todo en cuanto al cuidado y crianza de los y las hijas, ya que se tiene que mantener no tan solo con vida, sino, criar, educar, proteger y amar a la descendencia, exigencias no tan fundamentales para los hombres, y por supuesto, no tan exigibles.

Es un buen momento para cuestionar el mito de la maternidad “obligatoria” y reconocer las diferentes formas de ejercer el maternaje de forma colateral, como con los sobrinos y sobrinas, ahijados y ahijadas, es decir, niños y niñas que están en el entorno de las mujeres y que sin ser hijos e hijas biológicas pueden ser apreciados, queridos y educados por mujeres que en algún momento de su vida han decidido no ser madres biológicas.

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