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Las provocaciones de Trump

Inician las deportaciones de los Estados Unidos con escandalosos operativos que lleva a cabo la migra en conjunto con diversas corporaciones policiacas, allanando inmuebles sin órdenes judiciales y con maltratos físicos y verbales a las personas que detienen, tratándolas como si fuesen criminales. Han desintegrado familias sin considerar que ya algunos tienen su estancia legal; la orden de deportación es tajante, sin importar que haya violaciones a los derechos humanos.

Sin duda, Trump pretende hacer muestra de poderío ante el mundo y a sus gobernados, dejar en claro que sigue siendo un imperio militar y económico que puede imponer a cualquier país condiciones de manera unilateral, y que puede expulsar a cualquier extranjero sin que haya un procedimiento en el que se respeten sus derechos fundamentales sin importar que surja cualquier conflicto diplomático con cualquier país del mundo.

Estados Unidos, sin importar quien sea su presidente —o si es demócrata o republicano—, ha mantenido durante décadas una misma postura frente a todas las naciones: asumen que son el imperio policía del mundo, capaces de invadir otras naciones y saquearlas con toda impunidad, pueden cometer genocidios —como lo han hecho— y no pasa nada, han sido protagonistas en muchas de las guerras de la historia reciente de la humanidad. Han invadido militarmente a otras naciones y auspician a otros, como Ucrania e Israel —este último ha asesinado miles de niños en la franja de Gaza—.

Tiene décadas con un bloqueo económico a Cuba, el cual consiste en impedir a otros países tener relaciones comerciales con la isla. Ese bloqueo ha llevado a una situación de carencias extremas entre la población, que ha resistido magno embate. No hay quien le haga contrapeso económico, político y militar en el continente —dicho sea de paso, Estados Unidos ha tenido una política injerencista en Latinoamérica y el Caribe auspiciando a partidos, liderazgos y fuerzas políticas que les son útiles a sus intereses, teniendo así dominios sobre gobiernos sometidos y sumisos—.

Recientemente, salió a la luz una declaración de quien fuera el candidato del PRI en la elección presidencial en México en el año dos mil, quien en su libro que expone sus vivencias políticas. Denunció que el entonces presidente Ernesto Zedillo negoció con Estados Unidos la alternancia política a cambio de un crédito millonario para contener la crisis de 1994, y no solo eso: el gobierno norteamericano auspicia a la derecha mexicana, quien le ha abierto la puerta para hacer grandes negocios, entregándole bienes nacionales y haciéndolo partícipe de empresas paraestatales. La derecha mexicana ha sido servil con el gobierno norteamericano y prefiere ser aliada de aquel país extranjero que asumirse defensores de México y su soberanía.

Se está generando un fenómeno social sin precedentes en Estados Unidos. La inconformidad está creciendo entre los millones de migrantes que radican en ese país. Al imperar el fanatismo, parece colocarse una bomba de tiempo que puede detonar un conflicto social que convulsione política y socialmente al imperio desde adentro, esto aunado a que se está articulando una conformación de bloque internacional a partir de la coyuntura política y económica, puesto que Estados Unidos pretende imponer arbitraria y unilateralmente aranceles a las exportaciones de México y Canadá, lo cual traerá también sus reacciones.

Sin duda toda esta confrontación internacional derivará en un reacomodo político y comercial a nivel mundial. Por supuesto que hay una serie de complicaciones específicas para México, por ser su vecino del sur y principal socio comercial, pero también es momento de establecer una relación diferente a lo que históricamente se ha tenido con Estados Unidos, de ahí es fundamental la posición que ha fijado la Presidenta Claudia Sheinbaum en el sentido de exigir trato digno y respeto a la soberanía nacional.

Mientras todo esto sucede, la oposición celebra las deportaciones, le implora a Trump que invada México, anhela una crisis en nuestro país para validar su narrativa de que hay un apocalipsis y que con ello la ciudadanía les regrese la confianza con sufragios para reinstalarse en el poder. Es una lógica totalmente absurda y descabellada que solo ocurre en esos pensamientos cegados por el odio y la desesperación, aunque en el fondo saben que será imposible que regresen y en ello se les irán décadas.

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