Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México nuevamente marca la agenda pública al plantear un paquete de reformas históricas a favor del Pueblo de México, en una iniciativa sin precedentes para un último año de un sexenio, que con audacia va a terminar de evidenciar la podredumbre y la incongruencia moral y política del bloque conservador.
A los que prometen y engañan para ganar votos en las elecciones de junio, AMLO —como buen estratega— les ha recetado una disyuntiva que los va a volver a poner contra la pared. El aquí y el ahora que propone el Presidente servirá para demostrar que las promesas de campaña de aquellos alfiles de la reacción son eso, solo promesas que no corresponden a su verdadero proyecto y rostro, alejado siempre de las necesidades sentidas y reales de la población.
A la guerra sucia de siempre, que ha blandido esta vez calumnias del año 2006 (¡!), el dirigente del movimiento de Transformación responde con propuestas; pues a la mentira se le derrota con verdades, y la verdad de la reacción es restaurar o mantener los privilegios para las elites, mientras, que la razón de ser de nuestra ardua lucha es el bienestar integral de las mayorías.
Recuperando la memoria de José María Morelos y Pavón, y el espíritu revolucionario de la Constitución de 1917, emanada de la insurrección popular contra la dictadura, AMLO ha vuelto a dar a la gelatinosa oposición clases de historia y ética política, el ajedrecista lo volvió a hacer, y como buen maestro de los tiempos políticos ha asestado a la oposición un tremendo nocaut.
¿Se va a oponer el PRIAN en las Cámaras a reducir los diputados plurinominales? ¿Van a votar en contra que magistrados y jueces sean electos directa, democrática y libremente por el Pueblo? ¿Van a defender los onerosos entes surgidos del neoliberalismo solo para resguardar privilegios de élites? ¿Van a decir no a que la Comisión Federal de Electricidad tenga la rectoría del Estado para lograr tarifas justas de luz para el Pueblo? ¿Cómo van a argumentar que no se reduzca el presupuesto a los partidos políticos en un país lastimado por las carencias elementales? ¿Cómo van a negar la posibilidad de una vejez digna y que los trabajadores reciban una pensión acorde al salario de su vida laboral? ¿Los mismos políticos que negaron los Acuerdos de San Andrés van a reiterar su negativa al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y afromexicano? ¿Los neoliberales van a decir que otorgar becas a estudiantes de bajos recursos en todos los niveles escolares es la ruina económica? ¿Se van a seguir amparando para ganar más que el Presidente? ¿Van a impedir que la infraestructura de los ferrocarriles que fue pagada con recursos públicos se ponga al servicio de la movilidad segura, limpia y económica del propio Pueblo? ¿Van a contradecir las políticas neoliberales que implementaron durante décadas y ahora sí van a favorecer el acceso universal a la salud?
Convocados por el Presidente López Obrador, asistiremos en las próximas semanas a debates que van a definir el presente del país, y sobre todo van a volver a quitar la máscara al marketing político, a la virulencia de la politiquería, y a las falacias de los candidatos del PRIAN en todos los niveles. O están del lado de las reformas para robustecer el Estado Democrático de Bienestar, o están en contra de los intereses del Pueblo.
El mensaje que ha dado el Presidente el 5 de febrero, además de levantar la mira hacia los objetivos más importantes del nuevo Proyecto de Nación en tránsito, es un homenaje a la Carta Magna emanada de la Revolución Mexicana, misma que fue objeto del desmantelamiento de sus fines principales durante el neoliberalismo, y que hoy en un acto de justicia con la historia de los caídos en la lucha revolucionaria, se encuentra en camino de restauración.
Como AMLO aseveró:
«Gracias a nuestra Constitución de 1917 hemos podido emprender esta hazaña nacional en forma pacífica y democrática, y ahora es justo y necesario, como nuestra aportación a la historia y a las nuevas generaciones, que le devolvamos toda su dignidad, su humanismo y su grandeza.”