Por: Emmanuel Moya
México y Estados Unidos comparten una frontera de 3,152 km, si bien esta vecindad nos trae grandes beneficios comerciales, también conlleva graves problemas y riesgos. Por el lado positivo está la parte comercial y las ventajas de ser vecino de Estados Unidos, México actualmente ocupa el primer lugar como socio comercial del vecino del norte, lo que permite a nuestras exportaciones crecer exponencialmente y también tener inversiones de otros países para que mediante el Tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC) muevan sus mercancías hacia Estados Unidos sin pagar tantos aranceles, además de llevar a cabo una producción más cercana nearshoring. Por otro lado, tenemos la responsabilidad de enfrentar todo lo malo que pase por nuestra frontera hacia el norte y viceversa, sin embargo, en el presente artículo nos centraremos solo en el tema de los desafíos que involucra a nuestro país con Estados Unidos y en cómo el Gobierno de México intenta sobrellevar la relación con cada uno de los mandatarios que llegan al poder en Estados Unidos.
Antes de 2018, había presidentes en México que intentaban llevar una relación de cordialidad con los Estados Unidos, solo que lo hacían de manera subordinada y se ponían de tapete frente a los gringos. En el gobierno mexicano preguntaban qué era lo que Estados Unidos quería de México y este último adecuaba su política para que Estados Unidos quedara satisfecho sin importar el daño que eso causara a nuestro país. Ahora bien, este tipo de imposiciones disfrazadas de colaboración bilateral implicaba el sometimiento de la soberanía nacional, fue a partir de la elección presidencial de 2018 con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México que las cosas cambiaron, la relación entre México y Estados Unidos ahora tuvo que ser de colaboración y en un trato de igualdad, aunque hay que decirlo, en ocasiones soportando México las amenazas que Trump traía consigo. No se trató de un asunto sencillo, el presidente tuvo que ceder en ocasiones en ciertos puntos frente a Estados Unidos, sobre todo en el tema migratorio, ya que el gobierno del entonces presidente Donald Trump realizó redadas y operativos policiales para deportar a cientos de latinos que no contaban con papeles en Estados Unidos, amenazando además, que iba colocar un gran muro en la frontera con México, se atrevió a deportar a nuestro país hasta a personas que no eran de nacionalidad mexicana, sin importar su lugar de origen.
La cosa no tardó en reventar y gracias ciertas normas judiciales estadounidenses, Trump tuvo que ceder en estas políticas xenófobas y discriminatorias, sin embargo, estas acciones no sólo fueron frenadas por la Corte estadounidense, sino por la buena negociación a la que llegó el presidente mexicano, México colaboró en gran medida en la contención migratoria por medio de la Guardia Nacional del lado de la frontera sur de nuestro país para que no pasaran las caravanas, además de que, llevó a cabo una política de entendimiento con Estados Unidos y Canadá para la firma del nuevo tratado que ahora es el T-MEC. Ahora, con el regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos, la presidenta Claudia Sheinbaum tendrá que negociar con la técnica que analice su equipo de trabajo, sabiendo que ante un carácter de Trump poco predecible pero amenazante, tendrá que ser firme y dura, ya que a Trump no le gustan los blandengues y lame suelas como fue Peña o Trudeau, México ha aprendido a tener los mejores negociadores del mundo ante circunstancias sumamente adversas y con una política estadounidense que nos ha servido de laboratorio político frente al mundo, si libramos esta nuevamente lo demás será pan comido, pero sobre todo un gran acierto para el gobierno de la primera Presidenta de México y un gran ejemplo para la política mundial.
@emmanuel_moya_
Licenciado en Derecho y Maestro en Políticas Anticorrupción. Constitucionalista y penalista. Especialista en seguridad.