El 7 de septiembre, como dice la canción, “es nuestro aniversario”. A partir de este año lo recordaremos como la fecha histórica en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación elevó el discurso nacional respecto al derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo. En lo que fue una sesión de dos días, las y los 11 ministros de la SCJN votaron de manera unánime (con algunas reservas y observaciones) la despenalización del aborto, específicamente en el estado de Coahuila.
Por primera vez, la SCJN se pronunció a favor del derecho de las mujeres y las personas gestantes (si, fue una sentencia incluyente) a decidir, sin enfrentar consecuencias penales. La discusión fue de tal altura que las y los ministros tocaron temas que justo han estado al centro del discurso próvida y de ultraderecha para justificar la penalización del aborto o, más bien, la penalización de las mujeres por decidir interrumpir un embarazo. La sentencia deja claro que la protección del producto en gestación no puede desconocer los derechos de las mujeres y las personas gestantes a la libertad reproductiva.
La ministra Lucia Piña hizo una reflexión que, por lo menos a mí, me hizo ver que el centro del argumento provida es criminalizar a las mujeres por ejercer su libre sexualidad, porque las mujeres en todo el país, pueden abortar o interrumpir su embarazo siempre y cuando este haya sido producto de una violación; es decir: si el acto sexual fue sin consentimiento, pero las mujeres que decidieron vivir libremente su sexualidad y consentir tener relaciones sexuales (y resultaron embarazadas producto de ello) deberán ser criminalizadas y encarceladas por decidir libremente interrumpir un embarazo. Justamente ese es el argumento que debe imperar en las discusiones, por qué se decidió deliberadamente criminalizar a las mujeres por decidir ejercer su sexualidad. Otro de los argumentos que movió a todas y todos es que ninguna mujer se embaraza con el objetivo de abortar, ni tampoco las mujeres y personas lactantes nos embarazamos solas, pero sí vamos a la cárcel solas por esa decisión. Los hombres han abortado en vida desde siempre, han decidido no ejercer su paternidad y a ellos nadie los criminaliza por decidir no ser padres.
Pero, no nos equivoquemos. Esto de ninguna forma quiere decir que el aborto se despenalizó a nivel nacional, solo sucedió en el estado de Coahuila; en los demás estados se podría decir que se descriminalizó porque ningún juzgador o juzgadora en los otros 27 estados de la República donde aún está tipificado el delito podrá juzgar y criminalizar a una mujer o persona gestante que interrumpa su embarazo en las primeras 12 semanas. Tampoco se criminalizará a las personas que acompañen o asistan el aborto, por lo que las y los médicos, parteras y parteros que decidan acompañar un aborto tendrán la libertad de hacerlo; si alguna mujer, persona gestante o persona que acompañe un aborto fuera juzgada podrá evitar la cárcel mediante un amparo.
La Suprema Corte de Justicia tuvo un gran avance, pero no olvidemos que todos los argumentos, los posicionamientos y hechos presentados ayer salen de la lucha de las calles, salen de las mujeres que llevamos en esta lucha décadas, en la lucha por el derecho a decidir.
No olvidemos a las académicas, a las feministas de las colectivas de las organizaciones de la sociedad civil, de las instituciones, a las que hacen política y a todas ellas que antes de nosotras lucharon para que hoy lleguemos aquí. A todas ellas, gracias.
Al tiempo que celebramos lo sucedido ayer, debemos tener presente que la lucha no termina aquí, que mujeres, adolescentes y niñas en todo el país seguirán abortando en la clandestinidad, que seguirán siendo estigmatizadas y violentadas por querer interrumpir un embarazo. Recordemos que solo son 4 estados los que de manera real han despenalizado el aborto y que han pugnado por la atención gratuita y segura del mismo, como un servicio de salud sexual y reproductiva de las mujeres, y que en la mayoría de estos estados fue la bancada de Morena quien impulso las iniciativas.
¿Qué queda pendiente? Los 27 estados restantes tendrán –no de manera obligatoria– que emprender la lucha por un aborto gratuito y seguro, porque en teoría a partir del 8 de septiembre ya es libre: ninguna mujer temerá perder su libertad por decidir interrumpir un embarazo, pero todavía no tendremos abortos, gratuitos y seguros en la mayoría del país.
Lo que sí sabemos todas las mujeres, es que nuestras hijas y nuestras nietas nacerán y crecerán en un país donde nunca más ninguna de ellas pisara una cárcel por decidir.
Y estamos un pasito más cerca de la libertad.