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Lo negativo del Presidente

Siempre me he preguntado ¿qué es lo que la gente de derecha y/o oposición le ven tan negativo a AMLO? De antemano sabemos que el Presidente de México es un hombre con una personalidad tan fuerte que hace que lo odies o lo ames, no se puede ser neutro o indiferente a él. Pero vuelvo a la incógnita recién planteada, ¿qué es lo que los panistas ven en él que les provoca hablar en contra de todo lo que hace y todo lo que su gobierno representa?

Puedo entender que los sectores de las clases más privilegiadas sean los más críticos, porque supuestamente ellos son los más afectados por los cambios que se han hecho en la 4T, cambios que ellos dicen solo favorecen a las minorías de las clases bajas. No obstante, además de las clases privilegiadas, también hay muchos otros mexicanos molestos que no pertenecen a una clase alta y que, sin razón o con muchas vísceras por delante, consideran que el Presidente ha cometido errores, tiene defectos mayúsculos y que en su gobierno solo hay arbitrariedades de su parte. Lo más sorprendente es que hay personas, incluso, que después de votar por él se han volcado en contra criticando a diestra y siniestra.

Hemos cometido un error al creer que López Obrador era un portador de los ideales de la izquierda moderna que abraza los temas ecológicos, el feminismo, los derechos humanos de segunda generación, la diversidad sexual, etc. No es que esté en contra de ellos, pero su obsesión son la pobreza y la desigualdad en la que vive la mitad de la población. Esos son los derechos humanos que le importan, esa es su prioridad. Ninguno de los sectores de altas esferas que se han sentido afectados por las nuevas reformas dejará de descalificarlo, existan o no argumentos, y seguirán deseando el fracaso de su proyecto porque, para ellos, este gobierno les ha quitado lo que los anteriores les daba a manos llenas: oportunidades y ventajas sociales, económicas, políticas y sindicales para llenaran sus bolsillos a manos llenas.

No es que el Presidente esté lleno de errores como este sector lo manifiesta en medios públicos y redes sociales; en el fondo se trata de dos cosmovisiones encontradas en este país megadiverso. Los sectores urbanos de clase media y alta, sean progresistas o conservadores, son producto de su circunstancia, que los favorecía para que florecieran y crecieran; muy distinto a la clase baja, a la que siempre se presionaba y pisoteaba para que no existiera una forma de avanzar a una mejor forma de vida.

AMLO, nuestro Presidente, no proviene del privilegio, sino del México profundo; conoce las raíces del Pueblo mexicano como nadie y lo ha recorrido metro a metro. Para él, la mayor parte de las preocupaciones de estos sectores privilegiados resultan una exquisitez y un absurdo; exigen en gran medida que sus privilegios sigan y que no se toquen sus intereses.

Recuerdo claramente cuando un sector de intelectuales de derecha se le lanzó en contra por el recorte a las becas para irse a estudiar al extranjero. La respuesta de AMLO fue irrefutable y certera: no es posible sostener tantos becarios internacionales cuando escuelas en la sierra tarahumara tiene un solo profesor para los seis grados de primaria.

En este México actual hay dos visiones diferentes: seguir en el neoliberalismo o avanzar y empezar a igualar las oportunidades en nuestro país. Todos aquellos que dicen que AMLO ha divido, parece que no han vivido en nuestro país, porque de toda la vida han existido esas dos brechas: el privilegio de unos cuantos y la desventaja de la mayoría del Pueblo. López Obrador conoce los pisos inferiores. Ningún otro miembro de la clase política ha vivido, como él, recorriendo los municipios del país y visitando cuanta ranchería existe. Ciertamente algunas de sus apreciaciones resultan rústicas a los ojos de la oposición que jamás ha pisado siquiera un rancho, muchos otros de este sector mencionan que el Presidente carece de roce internacional, que no sale, que no viaja, que no se relaciona con otros Presidentes, que está encerrado en sus lecturas del siglo XIX y en los mitos de sus héroes y que maneja una decena de pulsiones que repite sin cesar. Pueden parecernos simplistas, pero son las que emanan cuando se mira desde abajo el país que hoy tenemos.

Mientras los de arriba, encerrados en su burbuja, cada vez se sentían más cerca de Suecia o Suiza, el territorio se perdía ante el crimen organizado, el Estado se convertía en botín de políticos y empresarios depredadores y se abandonaba al resto frente a la inseguridad y la pobreza. A los ojos de AMLO, la corrupción y la desigualdad entre sectores y regiones nunca habían sido mayor que ahora; muchas de nuestras instituciones fueron cómplices pasivos de ese inexplicable deterioro de los sectores desprotegidos. En todo caso, la llamada sociedad civil no es su sociedad civil, pues en ella están sobrerrepresentados los sectores beneficiados por una modernidad que en los hechos ignoró al México subterráneo donde habita la mayoría.

El Presidente que hoy tenemos en México es muestra de lo que somos: mucho corazón, coraje, amor a la patria y, sobre todo, amor al mexicano que nunca ha tenido la suerte de tener un gobierno que vea por el Pueblo. Entendamos que él no gobierna para un sector, sino que impulsa a quienes por años estuvieron rezagados para que el país salga adelante de forma homogénea. AMLO no es ni el terror ni el Dios de nadie, simplemente es un hombre que, bajo sus convicciones y concibiéndose como presidente de todos los mexicanos (y no sólo de los que le apoyan), está trabajando para todos por igual, con aciertos y desaciertos, pero siempre pensando e intentando minimizar el costo y el impacto para el sector menos privilegiado y por años vapuleado.

Hoy, a 3 años de este gobierno de la 4T, estoy más que convencida que vamos avanzando de la mano de AMLO hacia un México mejor.

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