Rodrigo Cornejo
Hace días se elevó a rango constitucional el derecho del pueblo mexicano a acceder a los programas sociales que la Cuarta Transformación está impulsando. Este cambio es importante por varias razones. En primer lugar demuestra el fuerte compromiso de la 4T de hacer lo que el presidente ha declarado una y otra vez: hacer imposible volver al régimen neoliberal de explotación y pobreza. En resumen, es decir que el Estado de bienestar que se conquiste durante este sexenio deberá estar garantizado para quienes están viendo estos cambios ahora y para las generaciones futuras.
En segundo lugar habla de una obligación política, ética y social del más alto nivel. Nuestra constitución durante mucho tiempo fue letra muerta. Se busca transformarla poco a poco en la fuente de exigencia del bienestar para las poblaciones más vulnerables. Antes de este cambio de régimen se construyó un sistema muy complejo para garantizar derechos humanos de última generación nuevecitos de paquete. Este sistema adolece de muchos defectos, entre ellos la excesiva dependencia de las obligaciones internacionales de México y su omisión de los derechos humanos de segunda generación es decir, los relacionados al trabajo y el bienestar socioeconómico.
La idea fue empezar de arriba hacia abajo y con “buenas intenciones”. Las fallas de origen serían insalvables. Mecanismos inadecuados e instituciones supuestamente neutrales que no tenían la base material ni la voluntad política para defender los derechos de las mayorías y cuando lo lograban parcialmente, eran victorias reducidas que no atendían a las causas fundamentales de la vulnerabilidad, la pobreza y la desigualdad.
Es así como llegamos a tener una crisis de derechos humanos con comisiones que no podían hacer mucho al respecto. Es así como llegamos a tener cientos de miles de muertos y desaparecidos y que el Estado mexicano no pudiera ni quisiera hacer mucho al respecto. Es así como llegamos a respetar solamente de nombre la autonomía de los pueblos indígenas sin darles el bienestar material mínimo para que pudieran ejercer cualquier clase de derecho. Nunca más.
Este proceso de cambio constitucional en la 4T se da posterior a haber garantizado para jóvenes, ancianos y aprendices los derechos sociales y económicos. Mediante los programas sociales primero se modificó la realidad material y económica de muchísimas personas para dotarles de la agencia social necesaria para desarrollarse, para estudiar, trabajar o vivir una vejez más digna. Una vez que se estableció esa base sólida y que el derecho estaba haciendo ejercido se hizo el cambio constitucional y no al revés.
En el proceso político mexicano nos tienen acostumbrados a hacer justo lo opuesto: cuando hay un problema se hace una ley como si la ley en virtud de sí misma fuera a cambiar la vida de la gente. Esta es la visión liberal y también muchas veces la neoliberal de que el cambio es de arriba hacia abajo y que es muy importante que las leyes estén escritas con una buena técnica. La realidad nos ha demostrado año tras año y década tras década que esto no es el caso.
Este cambio ha causado miedo y desconcierto en la comentocracia neoliberal del régimen anterior que ve en la garantía de estos derechos sus peores miedos cristalizados: presupuestos deficitarios, desbalance, clientelas y hordas de bárbaros invadiendo sus cotos de poder… Tienen miedo porque su idea del pueblo mexicano es excluyente. Creen que los mexicanos estamos en la infancia, que se van a crear relaciones de dependencia y la gente va a votar con el estómago y con el bolsillo en vez de con la cabeza. Olvidan que el triunfo de este movimiento y de la cuarta transformación se hizo sin esas relaciones de dependencia y sin esas clientelas. De hecho se hizo a pesar de dichas clientelas creadas por el PRIANRD durante casi 20 años de neoliberalismo.
Es de celebrarse que la gente tenga las condiciones materiales para ejercer sus derechos. Por fin se acabaron las leyes huecas y los derechos que solo se podían ejercer si uno tenía tiempo, dinero y un despacho de abogados o de oenegés a su servicio número. Es viviendo los derechos que el pueblo va a saber exigirlos de forma permanente. Es así que podremos decirles a coro a los conservadores: ¡No volverán!