En 2018, Andrés Manuel López Obrador movilizó treinta millones de votos, lo que le permitió llevar la Cuarta Transformación al gobierno. Ahora, como Presidente, se encarga de gobernar a más de ciento veinte millones de mexicanos y mexicanas. En ese sentido, no podemos esperar que Andrés Manuel sea siempre el principal movilizador de votos para Morena. La experiencia de los comicios intermedios en la Ciudad de México da cuenta de ello.
La militancia y simpatizantes de la 4T nos hemos confiado en que la figura del licenciado nos sacará del hoyo y, en lugar de asumir responsabilidades en serio, nos hemos clavado más de una vez en echarle la culpa al enemigo interno de todos los problemas organizativos por los que atraviesa el partido. Esto ha generado una especie de cultura sospechosista al interior del instituto político y que, en una oración, resumiría así: todo aquel que no es de mi grupo, es del otro y debo tener cuidado con cualquier “arribista” que quiera entrar a Morena.
La cultura interna de la sospecha se convierte en un obstáculo casi insuperable a la hora de asumir responsabilidades por las fallas organizativas. Pero la consecuencia —a mi parecer— más grave es que la Cuarta Transformación no está reclutando cuadros nuevos. Por lo menos, en la Ciudad de México, la militancia más joven tiene 23 años y no nos veo buscando, invitando o reclutando a compañeros líderes estudiantiles, feministas o vecinales para que no solo sean relevo generacional, sino que también sean movilizadores populares vinculados a la 4T. Los otros cuadros que faltan son más bien técnicos. La cantidad de burocracia actual que se asume antiobradorista es alta. Esto es gravísimo, porque el gobierno también es político y los funcionarios en la base de la pirámide son operadores anti-4T.
Si queremos que Morena sea un partido de movilización popular debemos asumir que nos urge reclutar nuevos cuadros y asumirlo como una labor permanente, siempre inacabada. Los cuadros que el partido necesita son jóvenes líderes territoriales que sepan movilizar y organizar y, por otro lado, a personas calificadas técnicamente para el partido en el gobierno.