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Los huracanes

La descripción de un nuevo huracán generado en el Atlántico, Beryl, no deja duda de que estamos ante una situación sin precedente en el registro de los fenómenos climatológicos que, si bien nos va, terminan reducidos a fuertes tormentas cuando tocan tierra. ¿Cuál es la analogía? Un crustáceo que toma todo a su alrededor para soltar todo su poder en el momento que toque tierra.

Hasta el momento, el huracán avanza y adquiere una categoría 5 de la escala Saffir-Simpson, lo cual lo convierte en un huracán con alta probabilidad de generar graves daños en donde impacte; uno de esos países sería México, aunque con una categoría menor. Sin embargo, estos fenómenos se intensifican por varias condiciones cíclicas como la Niña y el Niño —ampliamente estudiadas— y se han complicado por el incremento de los gases invernadero, emitidos de forma incontrolada desde hace unas décadas.

Otis fue un fenómeno que dejó a los expertos no solo asombrados, sino preocupados, por su rápido ascenso de categoría —en pocas horas— y su efecto devastador. Este ha sido un nuevo parteaguas para quienes se dedican a seguir los cambios meteorológicos, sobre todo a los huracanes. Se espera que a lo largo de estos años existan muchos más, y que algunos peores que Otis, lo cual nuevamente comanda a que los grandes corporativos y países híper industrializados tomen medidas para frenar la producción masiva de CO2. No hay vuelta atrás frente a muchos fenómenos que tendremos que presenciar, y cuyas secuelas tomarán años revertir. Si bien es mucho más complejo que solo dejar de viajar en avión privado o no usar popotes, es urgente tomar medidas que comiencen a una nueva dinámica que desacelere el calentamiento global.

Siempre es oportuno recordar la gran reflexión de Carl Sagan sobre nuestra casa:

“La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol”. “Se ha dicho que la astronomía es una formadora de humildad y carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de los conceptos humanos que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos mejor los unos a los otros, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido”.

Así que bien vale cuidar nuestra única casa.

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