En 1992 el gobierno usurpador del innombrable Carlos Salinas de Gortari decidió retirar de circulación los billetes de 5000 pesos, que mostraban en su frente a los Niños Héroes de Chapultepec. Al gobierno priista -anclado siempre en la subordinación y el entreguismo con el gobierno estadounidense- le era incómodo el correlato histórico de aquellos infantes que con su vida defendieron y murieron por la Patria ante la invasión norteamericana de 1847.
El abyecto Salinas quiso despejar el camino político, económico e incluso ideológico para el Tratado de Libre Comercio que firmaría en 1994 con Estados Unidos, proyecto que para él significaba la cúspide del castillo de naipes que construyó desde la propaganda y la reacondicionada maquinaria corporativa del viejo sistema priista, en su sexenio bautizada como PRONASOL o Solidaridad.
Durante la guerra de Intervención estadounidense (1846-1848), que significó el colofón de la perdida de la mitad de nuestro territorio nacional bajo el ominoso régimen de Antonio López de Santa Anna; aconteció la defensa heroica del entonces Colegio Militar de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847.
Los episodios militares de la guerra del 47 se intensificaron cuando las tropas al mando del general Winfield Scott arribaron al puerto de Veracruz; y para agosto, el ejército norteamericano ya se encontraba en el Valle de México, donde se enfrentaron en Padierna, Churubusco y Molino del Rey buscando izar la bandera estadounidense en nuestra capital.
El ejército mexicano se había atrincherado en el cerro de Chapultepec, que se convirtió en uno de los últimos bastiones de la resistencia ante los expansionistas. Los ataques al Castillo de Chapultepec y sus alrededores se agudizaron el lunes 13 de septiembre, cuando 7 mil soldados invasores sitiaron a las tropas nacionales, que estaban en franca desventaja con aproximadamente de 800 hombres. En la resistencia a la Invasión, participaron alrededor de 50 cadetes del Colegio Militar, que eran en su mayoría niños. Los cadetes se sublevaron contra su propio mando, pues les habían encerrado para protegerlos, pero optaron por escapar para salir y arriesgar su vida en la defensa de la Patria.
De los niños cadetes o Niños Héroes, se recuerdan a seis -de entre 13 y 19 años- que perdieron la vida por llevar hasta sus últimas consecuencias el ideal de nuestra soberanía y la defensa de la bandera nacional: Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan Escutia, Vicente Suárez y Juan de la Barrera.
A esta historia de amor y valentía por la Patria, los intelectuales orgánicos del salinismo formados desde el tufo conservador, la llamaron mito, y trataron de destruir desde las ciudadelas del positivismo toda historia donde el pueblo común fuera protagonista de la defensa de los intereses nacionales. Eran los tiempos posteriores a la caída del Muro de Berlín (1989), del llamado “Fin de la historia” y para los ideólogos de la tecnocracia y el salinismo, “la modernidad” se traducía en reconocer el supuesto triunfo y la supremacía estadounidense, que había -en sus cálculos- trascendido el mundo bipolar (la etapa de la Guerra Fría con el bloque socialista), y que justificaba desmantelar el Estado de bienestar en México construido gracias a la Revolución de 1910, para en concreto malbaratar la industria paraestatal y entregar los recursos naturales a cambio de prebendas y satisfacciones personales para grupos e individuos de la élite salinista.
Sin embargo, la historia estaba lejos de terminar ahí; lo que se derrumbó el 1° de enero de 1994 con el levantamiento indígena zapatista -entre otros factores- fue el mito salinista, y se inició un espiral doloroso para el pueblo con la triste noche neoliberal, que no fue más que el desmantelamiento de la seguridad social, el maridaje del poder político y las elites económicas corrompidas, la entrega de la industria nacional a intereses privados y extranjeros, el abandono del campo, la privatización de servicios, y la exclusión de los niños y jóvenes a tener presente y futuro.
Por ello, hoy en tiempos de Transformación, desde nuestro movimiento pacífico, ante la digna postura de nuestra Presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, frente al nuevo capitulo de afanes imperialistas y expansionistas del poder ejecutivo estadounidense, reivindicar las historias del Pueblo, de los Niños Héroes y de las mujeres y hombres héroes anónimos del subterráneo social, en defensa de nuestra Soberanía, es recordar en la memoria colectiva, que prevalecerá la unidad nacional en honor de nuestra Patria, para poner el pecho a intereses perversos extranjeros y también de los conservadores vendepatrias que les hacen el juego. Colaboración siempre, subordinación nunca.